martes, 6 de diciembre de 2011

Clara

Don Huamán era un vecino muy querido en el barrio. Tenía los ojos rasgados, por su origen asiático. Le llamaban de cariño "don tetera". Pero también le llamaban "Yamamoto" a veces, por que se dedicaba a arreglar motos y bicicletas, y también las alquilaba. Siempre creí que era su apellido. Pero él se apellidaba Huamán. Sus dos hijos mayores vivían con él. José y Wilson, a quien le decían "chino" de cariño. Su casa era muy pequeña, por eso se la pasaba siempre en el taller que tenía. Jugaba a las cartas con los amigos del barrio. Un día le pregunte a mi padre, por que le decían "don tetera", y él me respondió que de joven había trabajado en una fabrica de teteras. Pero a él no le gustaba que le digan así, pero se acostumbro. Ya con el correr del tiempo, me entere que tenía una gran debilidad, por los pechos de las mujeres. Desde siempre cuando veía a una mujer de grandes pechos, las piropeaba. Y los amigos y vecinos del barrio lo vacilaban. Él respondía que los pechos de una mujer eran lo más bello que puede haber, además era lo primero que te ponen nomas al nacer, para que te alimentes. También comprendí que la chapa de "Yamamoto" se debía a que como tenía raza asiática y andina, le decían: "Llama Moto". A veces se enfadaba cuando los menores le saludaban así. Creía que no era educado de nuestra parte. Por eso mi viejo me decía que no le llamara, don tetera, ni don yamamoto, sino don Huamán. Sus dos hijos eran amigos nuestros, como casi todos. La primera cometa que tuve, la hizo Wilson, eramos muy pequeños y no sabíamos hacerlas y él nos las hizo. El barrio donde crecí, tenía calles estrechas, parecían quintas. Es que en la época de la colonia, había sido un lugar de cultivo de caña. Y las casas que existían databan de esa época. Caña y carrizo. Ahí estudiamos en el único colegio que había, y que los mismos vecinos construyeron, hace más de 6 décadas. Hice muchos amigos y también algún enemigo. Y digo que crecí, por que antes de acabar el colegio, mi madre compro un terreno en una urbanización cercana y construyo una casa más grande. Nuestra familia era numerosa. Y necesitábamos más espacio. Pero mis padres, siguen frecuentando el barrio, ya que ahí teníamos a los amigos de siempre, y uno que otro familiar. Ya con el correr del tiempo, me independice de mis padres, así como algunos de mi hermanos. Y me fui a vivir no tan lejos, pero ni tan cerca de ellos. Hoy visite a mis padres, llegue de trabajar. Y allí mi padre me dijo, que don Huamán había fallecido, y que iban a ir a los funerales en el barrio. Decidí ir con ellos.

En esas calles estrechas de mi barrio, estaba reunida casi toda la vecindad, dándole un homenaje a don Huaman. Pude volver a ver a Jose y Wilson, quienes nos agradecieron nuestra presencia. Pasadas las horas, gente iba y venía. Me re encontré con mucha gente conocida. Algunos compañeros de escuela. Mucha gente de mi barrio, ha emigrado al exterior, y eso hacía que se vea diferente. En el barrio había un local grande donde se reunían los amigos a jugar "timba" También funcionaba como sede del club de fútbol que existía. Con el correr del tiempo el equipo desapareció por falta de apoyo. Y ese local, como era de Caña y carrizo con barro, debido a las lluvias que provoco el fenómeno del niño, en Lima, colapso, y los vecinos por prevenir, lo tiraron abajo. Ahora en ese lugar juegan los pequeños.

Aquella noche, mi padre se reunió con sus amigos. Bebían para calentar el cuerpo. Ya siendo un poco tarde. Salí a dar una vuelta. Pero fui solo, a pesar que ahí estaban algunos amigos mios. Cerca de allí viven unos tíos mios, pero casi nunca los visitaba. Al dar cada paso, me hacía recordar esos años. Es que desde que cumplí los 20 años, nunca más lo volví a pisar. Hoy ya tengo 33, y he vuelto, por que se fue un gran amigo. Me senté en una de las tantas plazas que hay aquí. Ha cambiado mucho. Entre a una tienda, que ahora había y compre un cigarro. Nunca he fumado, pero lo hice por entrar y ver como era. Caminando por ahí con cigarro en mano, quise ver aquella casa, donde vivíamos. Esta muy cambiada. Le quitaron las viguetas que habían afuera. Ahí mis hermanos colocaron unas sogas muy gruesas que mi padre trajo una vez del trabajo, é hicimos unos columpios y así nos entreteníamos, incluso los vecinos. Muchas casas cambiaron en apariencía, no se si esencia. Ya eran casi la 1:00 de la madrugada. Pensé tomar un taxi e irme, ya luego volvería. Pero al salir a la avenida, venía alguien que no veía desde el colegio. Solo al verla a unos cuantos metros la reconocí. Era Clara, una amiga y compañera del colegio. Dude mucho si la saludaba o no. Tal vez, ella no me reconozca. Pensé eso y muchas cosas. Tiene una gran figura y una gran tipo al andar.

AQUELLOS AÑOS

Clara llego al barrio cuando tenía 8 años. Su familia, era de Ica. Su casa, estaba solamente a tres de la mía. Eramos de la misma edad. Al principio era muy tímida. Su padre era un maestro albañil, que tenía mucho trabajo. No tenía hermanos. Cuando la conocí, no pensé que seriamos amigos, ya que nunca salía a jugar con los demás. Estando en clases, cursaba tercer grado de primaria, el profesor nos dijo que ibamos a tener una nueva compañera en el salón, y que la recibiéramos con gusto. Mi corazón salto de emoción al ver a Clara al verla entrar. Le pesaba la mochila, ya que traía, todos los cuadernos. El profesor la sento al lado de Yanina Quispe, una niña que vivía lejos del colegio. Clara, se dio cuenta de mi, ya sentada en la carpeta, se volvió hacía a mi y me sonrió. Mi corazón salto más aún de emoción. Sus ojos quedaron grabados en mi, aquel día. Ojala y me pida los cuadernos para ponerse al día o que me pida que la acompañe a casa, pensaba muy contento. En el recreo no se despego para nada de Yanina. Con mis amigos nos pusimos a jugar con unas piedras, y nos parábamos sobre ellas, y otro atrás nos llevaba cual tracción y jugábamos a las carreras. Como eramos cinco mis hermanos y tres primos, nos íbamos a casa siempre, no hacía falta que nuestros padres vengan a recogernos. Pero al acabar las clases, llegaba doña Vanessa, la madre de Clara, a recogerla y se iba con ella. Ya en las reuniones de padres, mi madre y doña Vanesa, se hicieron amigas. Y es así que logre ser su amigo. No me avergüenza, en negar que desde la conocí, me enamore de ella. Con el correr del tiempo, iba creciendo ese sentimiento. Siempre en las fiestas del colegio íbamos juntos, la pasábamos bien. Eran los momentos que la pasaba con ella, ya que su padre no le dejaba salir para nada. En las fiestas del barrio, trataba de llamar siempre su atención, pero ella ni se daba cuenta. Cuando llego el tiempo en que íbamos a acabar la primaria, pensaba en ese día. Aún era muy niño. Tenía mucho tiempo por delante. En la fiesta de promoción, estaba tan linda. Llevaba puesto un vestido rosa. Me senté a su lado, pero siempre era rodeada por las compañeras. Me dí cuenta que también les gustaba a mis compañeros. Pero no me importaba. En los veranos, se iban de vacaciones a Ica, con su madre, esos eran tiempos muy difíciles para mi.

Al entrar en la secundaría, me propuse acercarme más aún, pero aquella vez, el destino me tenía preparada algo que no imaginaba. La señora Vanessa, decidió matricular a Clara, en un colegio femenino en el centro de Lima. No se, si mis hermanos y compañeros se dieron cuenta, pero alguna que otra vez, me vacilaban. Tenía 12 años, y empecé a enamorarme más aún de ella. Muchas veces mi madre me encontraba mirando la fotografía que teníamos del colegio. Era mi amiga, y eso no me bastaba. No la veía casi seguido, llegaba tarde, y en el paradero estaba su madre esperándola. Intente en no seguir pensando en ella, pero no podía. Y así, año tras año. Hizo muchos amigas allá afuera. A veces me contaba muchas cosas, cuando podíamos. Tratábamos temas del colegio. Eso de que estuviéramos en el mismo grado, hacía que compartiésemos cosas. Cuando cumplí 15 años, ella llego a verme, para saludarme. Siempre lo hacía. Pero ese día fue muy especial. Cuando ella cumplía años, no le regalaba nada, por que siempre le hacía un poema. Le hablaba de la amistad y ella los guardaba. Me obsequio un reloj, que compro en el centro de Lima, cogió mi muñeca y me lo puso. Espero que nunca te olvides de mi- me dijo con una linda sonrisa. Mi corazón salto más aún con fuerza. Trate besarla, pero me daba miedo. Me moría de miedo. Empecé a temblar, ella se dio cuenta
-¿Que te pasa Gabriel?
-No, nada (mientras temblaba más)
-Estas temblando.
-Si, pero no se por que.
-Es que te haces mayor bribón.
-Que bonita eres.
-Siempre me lo dices.
-Si, pero es verdad.
-Gracias amiguito de mi alma (y allí me abrazo muy fuerte)

Su padre era muy celoso, y la cuidaba excesivamente, al igual que su madre. A pesar que era amigo de mi padre, me metía una mirada fría cada vez que trataba de acercarme a Clara. Tenía cuatro maquinas, de construcción con las cuales trabajaba. Les iba bien. A Clara en su colegio las cosas, siempre le salían como ella deseaba, y eso alegraba a sus padres. Pero de un momento a otro las cosas, se le pusieron complicadas. El ser vecinos, hacía que nos enteraramos de cosas, quiera o no , siempre se les oía. Sus padres discutían. Ella empezo a cambiar. Lo note, pero conmigo siempre era la misma. Una que otra vez, me presento a alguna de sus compañeras. Le pedí muchas veces que cuando necesite algo, que me lo pidiese. Yo esperara que llegara y me pidiese, en acompañarla al colegio, o alguna fiesta que debían de tener. Al ir creciendo, Clara se volvía más bella. Tenía una hermosa figura. Mi adolescencia la pase, esperando ese día en que le declararía mi amor, y darle por fin un beso. Pero se había alejado un poco de mi, y eso me entristecía un poco, pero siempre mantenía la ilusión. Para llegar setiembre, cumplió los 15 años, pero su padres no le hicieron fiesta de cumpleaños. Ella siempre decía que ellos se lo iban a hacer, y esperaba aquel día. Yo también esperaba ese día, y bailar con ella el vals.

Mi hermano Esteban, quien se preparaba para el examen de admisión en una pre de Lima, llegaba de noche de estudiar. Al entrar a casa, después de saludar, dijo a todos:
-Se van los vecinos, están sacando sus cosas en un camión.
-¿Que vecinos?- pregunte un poco sorprendido.
-Se va tu jerma, pe huevon- dirigiéndose a mi.
-¿Que jerma?- Pregunte más asustado aún.
-Clarita, pe' tu jermita, se están llevando sus cosas.
En ese instante, salí disparado a ver si era cierto. Y en efecto, se estaban yendo del barrio. Quería a ver a Clara, pero ella no estaba. Solo estaba su padre, quién estaba muy furioso. No me atreví a decir nada. Pasadas una horas, su casa estaba vacía. No se despidieron de nadie. Estaba muy triste, muy triste. No quería demostrar aquello, más aún por las burlas que hacían mis hermanos. Pero ellos, creo que se dieron cuenta, y no me dijeron nada. Antes de media noche, no podía dormir. Se me acerco Esteban, y me dijo: Tranquilo, huevon que ya volverá, y se fue a dormir.

Los chismes llegaron y estaban a la orden del día. Mi madre llego a enterarse, y no me quería decir nada. Pensé que se habían ido a Ica, pero estaban viviendo en Barranco en casa de unos familiares. Pero eso no me aliviaba. Estaba acabando el año escolar. No sabía ni que estudiar, me desmotive tanto. Mi madre quién sabía todo, no se atrevía decirme más. Llegando la navidad, recordé las navidades en que las pasábamos juntos. Las cenas en nuestras casas. Fue la primera vez que derrame algunas lágrimas, por alguien. Mientras todos se fueron a divertirse, me quede con mi madre que recogía la mesa. Me senté a ver la tele. Era la navidad más triste que tenía. Extrañaba horrores a Clara. Mi madre ya había cancelado en su totalidad, el terreno aquel que compro. No me importaba marchar ahora. Antes me aterraba la idea de abandonar mi barrio, y más aún a Clara. Ya habíamos avanzado en su construcción, y siempre cuando íbamos a ver los avances, le pedía a mi madre, no salir del barrio. Una y otra vez. No me quiero de ir aquí, le decía. Pero la noche buena no traería buenas para mi. Mi madre se sentó a mi lado y me abrazo...
-Se que extrañas a Clara.
-No, para nada- le respondí.
-Si, se que estas triste por ella, pero no debes estarlo.
-Ella me quiere, y yo a ella.
-Si hijito, pero...te voy a contar una cosa, pero no quiero que te pongas mal.
-Dime, donde esta.
-No, no se, pero ellos (dudaba en decirlo) se fueron por que Clara se quedo embarazada.
-No te creo, vieja, no te creo.
-Si hijo, por eso te digo que no sufras, si.
En ese instante, se me vino el mundo encima, quería llorar, pero me daba vergüenza hacerlo delante de mi madre. Tenía mucho furor encima. Y ella seguía abrazándome. Y así me quede dormido.

EL ENCUENTRO

No se si me emocione. Me pare al costado de la gruta de la Virgen del Carmen, que había cerca. Ella daba pasos lentos. Tire el cigarro. Miraba la gruta, y recordé esos días cuando era niño y estaba en las fiestas que le hacíamos en su honor. Seguía esperando ese momento. Que bella figura tiene. No se si esta casada o algo parecido. Al pasar por mi lado, no me reconoció. Es un poco alta, mide 1:73. y yo con mi 1:77 pase desapercibido para ella. Siguió de lado. Dude en irme, o decirle algo. No la culpaba. Eran casi 17 años de no verla. Pero me llene de valor, por que era mi amiga. No imagine en volver a verla. Por más que siempre quise en venir solo para verla de lejos, al menos. Volvió años después al barrio y ahí se quedo.
-¡Hola!
-Si...- y ella volteo, por educación.
-Hola Clara!
-Hola.
-¿Cómo has estado?
-Bien...
-Te acuerdas de mi (me acerque y le mire de frente)
-¿Gabriel? Gabrieeell!!!
-Hola Clara!!- Volví a repetirle
-¡Amigo!- En ese instante nos abrazamos fuertemente.

No teníamos explicación, a tanta emoción. Me sentí tan feliz, al volver a ver a Clara. Ella sentía lo mismo. Sus ojos lo decían. No sabía que decirle, ni que preguntarle. Pero ella empezó a decirme muchas cosas. Y le escuchaba atentamente. Me pidió que la acompañase a casa. Ya había estado ahí hace un rato, pero no quise ver su casa. No la vi, pase de largo. El caso es que no me di cuenta. Pero siempre me acordaba de ella.
-Y como has estado en este tiempo Gabriel?
-Bien, ¿y tu?
-Pues, bien también, como siempre?
-Trabajo en una compañía de seguros ¿y tu a que te dedicas?
-Pues ya sabes, me dedico a administrar un bar, aquí cerca y ya iba para casa.
-Que bien, ¿y que es de la vida de tus padres?
-Papá falleció, hace unos años, y mi madre se fue a Ica, con sus hermanos. Sabes Gabriel, tengo una hija, que es mi adoración.
-Si lo se, ¿y como esta ella?, espero que bien ¿estas casada o que?
-Ella esta bien, se llama Vanessa como mi mamá, y no, no estoy casada.
-Una mujer tan guapa como tu, no esta casada, seguro tienes novio ¿eh?
-Ni, esposo, ni novio, solterita, dedicada a mi hija, ¿Y tu que?
-Yo, soltero por excelencia.(risas)
-Pero habrá alguien por ahí ¿no? (risas)
-Bueno, es cuestión de esperar, Seguro estas cansada, te dejo para que descanses.
-No, no estoy cansada, o ya te aburriste de mi.
-No, para nada, sino que vienes de trabajar, y quieres ver a tu hija.
-Ella esta ahora esta en casa de su padre, como se esta preparando para la universidad, ya tiene 17 años, viene los fines de semana a pasarla conmigo.
-Que grande esta.
-Si muy grande.
Me invito pasar a su casa, aunque no quise, acepte. Ahí dentro de aquella casa, empecé a sentirme un poco incomodo, los recuerdos venían a mi. Ya era muy tarde. Me pregunto si quería comer algo. Le dije que no, ya que era muy tarde. Se preparo algo. Y empezamos a conversar casi toda la madrugada. Todas las vivencias que tuvimos. Me contó que tuvo que vender la maquinaría que tenía su padre. No sabía que hacer con eso. En un instante, le empecé a contar de como me ha ido en este tiempo. Le conté todo de mi. Aunque después me arrepintiera. Luego de eso, me quise despedir. Ella me pidió que me quedase un poco más, que no era suficiente lo que habíamos charlado...
-Siempre me he acordado de ti, Gabriel, siempre has sido mi mejor amigo.
-Y yo también me acordaba de ti, aunque muchas veces quise venir a buscarte y conversar, y hoy que se ha dado este encuentro me siento tan bien.
Entro un momento a su habitación, y saco un sobre muy arrugado. Ya estaba un poco viejo.
-¿Y eso?-pregunte un poco jocoso
-Gabriel, ¿te acuerdas de esto? -Y me entrego aquellos poemas que le regalaba. Al abrirlos, empecé a sentir emoción y un poco de tristeza. Y ella lo noto. Me acaricio el rostro.
-Ahora te das cuenta, que siempre me acuerdo de ti. Siempre las leo, siempre las vuelvo a leer, siempre en cada momento. Cuando murió papá, esas letras tuyas, me levantaban el animo, y me daban esperanzas. Siempre quise llamarte, saber como estabas, pero me daba vergüenza, tal vez no querías verme, pensaba día y noche. Son un tesoro para mi....
Después de eso, de unas cajas saco unos viejos cassettes de música. Tenía una infinidad de ellos. A pesar que no eran de su gusto, cuando teníamos 13 años, le regale uno de The Beatles, con sus mejores éxitos.
-Quieras o no, siempre lo escucho ¿eh?, ves Gabriel.

No supe que decirle, me quede en silencio. Y solo le agradecí sus palabras con una sonrisa amagada de tristeza.

LA VIDA DESPUÉS

Cuando acabe el colegio, solo quería dejar de pensar en ella. Mis hermanos llevaban cursos superiores, y ellos me apoyaban con los estudios. Reconozco que no me gustaban mucho los libros. No podía defraudar a mis padres. Somos 6 hermanos (yo soy el cuarto) y a todos nosotros, nos sacaron adelante, con lo que pudieron. Una carrera técnica de informática, me ayudaría a salir de ese paso superior. Así fue. Estudie con Ignacio, quien fue el que me animo a esa carrera. Nunca me llamo la atención, ni derecho, ni arquitectura, nada de eso. Ignacio era mi vecino. Sus padres tenían una flota de combis. Su casa era la más grandes de aquella urbanización. Fue un gran apoyo en esos tiempos. Acabamos de estudiar y nos separamos. Muchas veces nos encontramos, para tomar algo. Él siempre va con su esposa. Me pregunta por que no me echo alguna novia. Pero no tengo tiempo. Es mi respuesta siempre. Con suerte logre entrar a trabajar en una compañía de seguros (digo con suerte, por que mi padre hablo con un de sus amigos) Ahí me va bien, no me podía quejar. Ni bien obtuve mi primer sueldo, cogí mis cosas, y me fui. Alquile un pequeño departamento muy cerca al trabajo. Una que otra vez, iban a visitarme mis hermanos. Unos se quedaban allí, traían a sus parejas. Realmente me incomodaban, pero no podía echarlos. Un día llegue de trabajar, estaba tan cansado que me acosté rápidamente en cama. Al poco rato llego Andrés, uno de mis hermanos, que había peleado con su mujer, y necesitaba un lugar donde dormir, y no quería ir a casa, por que sino mi madre le daría un sermón. Así estuvo como dos semanas. Cuando marcho fue un alivio para mi. Luego de un tiempo empecé a estudiar ingles, para aprovechar el poco tiempo que me quedaba.

No se si unas de las grandes virtudes, o tal vez defecto, (como se le mire) en mi madre, era que siempre dudaba de las relaciones que teníamos mis hermanos y yo con las mujeres. Muchas, se fueron de ahí por diferencias con ella. Miraba desconfiada, su excesiva protección les costaba a mis hermanos, rupturas y cosas parecidas. Todos ellos, ya estaban comprometidos. El único que quedaba en comprometerme era yo. Y mi madre siempre me lo repetía, una y otra vez..
-Ya olvídate de esa muchacha, ya..(refiriéndose a Clara) Piensa en ti, piensa.

Por más que trataba nunca me pude sacar de la cabeza a Clara. Me imaginaba siempre que estaría haciendo. Si vivía o no con el que la embarazo. Ese chico que estudiaba en un colegio cerca al suyo, allá en el centro de Lima. Eso también me impedía en ir a buscarla. Cuando volvió al barrio a vivir, mi madre lo sabía y nunca me dijo nada. Muchas veces la veía, y nunca me lo decía. Pero ya estaba. Me sentía tan bien solo, que me acostumbre a estar así. Salvo cuando necesitaba compañía, iba en busca de mis amigos, y de la familia.

Cuando le regale ese cassette de The Beatles a Clara, sabía que no le gustaban. Pero se lo dí. Cuando los escuchaba no sabía que decían, no entendía mucho el ingles. José, el hijo mayor de don Huaman tenía una colección entera de The Beatles, y le pregunte, y él me tradujo casi todas. Letras tan sencillas. Entonces cuando escuchaba "obla di obla da" me di cuenta de lo que decía y siempre me imaginaba que Clara sea Molly, y que yo era Desmond. Pero nunca le confesé esto.

CLARA, VANESSA Y YO

Después de aquel encuentro con Clara, supe que tenía una oportunidad, lo sentía. No importaba que tuviese una hija ya grande. No importaba, lo que diría mi madre, en absoluto. Pasaron unos días, después del entierro de Don Huaman, aparecí por el barrio. Muchos se sorprendían al verme, me saludaban y yo les respondía. Quedaba con algunos para jugarnos una pichanguita y tomarnos algo. Los vecinos me miraban cuando me pare en la puerta de su casa. Toque el timbre y salio Vanessa, y pregunto:
-¿Que desea joven?

Vanessa, es una chica muy atractiva, se parece una enormidad a su madre. Mi gran defecto es que me invaden los recuerdos rápidamente y no se como actuar. Pensé ver a Clara, cuando joven, pero no lo era.
-Si.
-Hola, soy Gabriel, ¿esta Clara?
-Mamá te buscan- y se metió.
Clara me hizo entrar rápidamente, luego de un saludo muy efusivo. Ella vestía de una manera provocadora. Tenía una blusa, que enseñaba un gran escote, y nada que deje a la imaginación. Me presento a Vanessa, como su gran amigo. Muchas veces le hablo de mi, pero no me conocía, hasta hoy. Casi nunca le ponía atención a lo que su madre le contaba. Ella tenía un enamorado en la academia pre universitaria. A Clara no le gustaba ese chico, pero no podía decir nada. Era domingo y ella no trabajaba, así que teníamos todo el día para estar juntos. Y decidí invitarla a salir, tal vez al centro de Lima, o algún otro lugar que ella quisiera. Pero ella no acepto. Tome con calma aquello, y me quede con ella y su hija. En un momento del día, entable conversación con Vanessa, como no tenía un tema para empezar, se le notaba un poco incomoda al principio. Le pregunte como le iba en los estudios, ella me respondía un poco rehusa, que bien. Pero de a pocos, fuimos ganando confianza, cuando llegamos al tema de la música. Era fanática de Green Day, de Radio head y otros grupos. Le comente que a mi también me gustaban, y que tenía material suyo. Realmente le estaba mintiendo. No tenia ni siquiera un disco de ellos. Si los escuchaba, pero de ahi no pasaba. En ese instante puso un cd, empezamos a escuchar. Como sabía algo de ellos, y entendía el ingles, me gane su confianza. Luego me dijo que era unas de las pocas personas, a quién le gustaba su tipo de música....
-A mamá no le gusta, pero cuando estoy aquí le hago escuchar, a pesar de que ella, me pide que estudie. Y en casa también. a mi papá solo le gusta la cumbia, aghhh...(risas)
Quede con ella, para ir un día a comprar música y tal vez en ir a un concierto.
-Ay Gabriel que chevere eres...-Enfatizo al final.
Cenamos los tres juntos, mientras con Clara, rememorábamos viejas anécdotas sobre el colegio y las fiestas del barrio. ¿Qué sera de Yanina? Desde el colegio no la veo. Ella esta en Arequipa, se caso, estudio administración ¿eso creo? Vanessa, nos oía al hablar. Me dí cuenta, y pensé en que podía hablarnos algo de ella, pero pasaba de eso. A pesar de ser joven Clara, su hija no le contaba todo. No tenían una relación amical, solo de madre e hija. Me incomodaba hablar del tema, sobre la diferencia de edad, y me callaba. Pero me imaginaba que muchos no creerían que fuese su madre y si, su hermana. Clara, se mantenía joven. No aparentaba los 33 que tenía. Le pregunte en la mesa, si podía seguir viniendo a verlas, y Vanessa, respondió: Que si, que siempre. Y así fue, las visitaba siempre cuando podía y deseaba. Hice una gran amistad con Vanessa y recupere la de mi gran amiga.

Clara no administraba aquel bar, sino trabajaba de camarera. Así conoció a mucha gente. Muchos la invitaban a salir, pero ella pasaba de eso. Una que otra vez, salio con algún muchacho, pero siempre le fue mal en esas relaciones. Si su hija vivía con su padre, era por que los padres de este. Llenaron de muchas cosas a Vanessa, quien se dejo llevar por lo material. Pero en el fondo la quería, e iba a casa los fines de semana. A veces llevaba a su enamorado, pero ella no lo quería ver. Y empezó a tener problemas con ella. No sabía como llevarlos.

Un día domingo, me esperaba mi madre, por que me invito a comer, pensé en ir a ver a Clara, pero si le digo eso, seguro se molesta, y por eso acepte. Ya en casa, ella me llevo un momento a la cocina, para decirme algo. Mis hermanos que estaban ahí, con una sonrisa jocosa me repetían: te va a caer, uy te va a caer.... No imaginaba nada, hasta que mi madre empezó a hablar.
-Es verdad que estas saliendo con Clara.
-¿Y? (Un poco cansado de lo mismo de siempre)
-Como que y
-¿Y?
-No ves que esa, es una pendeja.
-¡Eh! No digas eso, por favor.
-Todos la conocen.
-Yo también la conozco.
Los vecinos ya le habían contado a mi madre, que iba a ver a Clara. Siempre me veían llegar, y eso no le gusto para nada. Clara se había ganado un fama, que no le pertenecía. Yo creía en cada palabra suya. Me contó cada instante de su vida. Sabía de sufrimientos. Aún así solo era amiga. No eramos nada más. Pero cada palabra de mi madre, me molestaba un montón...Entonces entro mi padre, quién se dio cuenta de lo que pasaba, y dirijiendose a mi madre, le dijo: Ya pues, chola no jodas al muchacho, no lo jodas que es su vida. Nos fuimos al salón. Pase el día con ellos, pero aún así seguía conversando con mi familia, ya que cambiamos de tema. Cuando la tarde caía, suena mi celular, y al responder, me sorprendió que fuera Vanessa..
-Hola Gabriel, ¿que paso contigo? pensé que ibas a venir a vernos.
-Si, pero me salio un compromiso familiar, pero si quieres podría ir.
-Si, vente, para conversar y salir a pasear con mamá, ya que esta aburrida.
-Entonces voy, para allá...
-Ok.
Me pare, me despedí de ellos, y me fui a verlas.

Siempre he pensado en comprarme un auto, pero desistía de la idea, pero con esto que me pasaba lo necesitaba. En cada viaje, en cada instante, preparaba las palabras que le iba a decir a Clara, para confesarle mi amor. Clara con el correr del tiempo se había vuelto muy aburrida. Y lo estaba ese día domingo. Tenía mucho strees acumulado, por el trabajo, y la vida misma. Al llegar a su casa, me miraban los vecinos y me saludaban. Yo les respondía fríamente. Sarta de chismosos. Vanessa estaba muy entusiasmada en verme. Me invito a salir, a pasear ya que Clara no deseaba para nada. Quise quedarme, pero la efusividad de Vanessa, hizo que aceptara. Así que íbamos a dejar a Clara sola en casa, a pesar que le pedí que me contara lo que le pasaba. Pero solo me respondió que no sabía lo que tenía. Pero me agradecía el que fuera a verla. Mientras Vanessa estaba en la puerta esperándome, gaste unas ultimas frases para animar a Clara. Ella se volvió a negar. Me acarició el rostro y me volvió a agradecer. Te prometo que para la próxima semana, salimos hoy estoy aburrida. Sin ganas. Acaricie su frente...
-¡Testaruda!
Y sin decir más le bese los labios. Ya estaba, ya había hecho, que siempre anhele. Nos besamos sin decirnos más. Mientras afuera Vanessa, empezó a llamarme con más fuerza aún....
-Ya vuelvo, siempre estaré aquí contigo.
Y sin palabras le dije lo mucho que la amaba. Lo mucho que la ame en todo en ese tiempo.

Al salir a pasear con Vanessa, le pregunte donde quería ir. Ya que era muy joven. Pero ella me dijo que eligiese yo. Cogimos un taxi y nos fuimos a Miraflores y luego eligió ella. Íbamos conversando de muchos temas. Le pregunte por que no estaba con su enamorado por aquellos días. Le aburría mucho, que no sabía que hacer con él. Mientras íbamos, el chofer del taxi, nos miraba por el espejo retrovisor. Cuando me di cuenta de eso, solo sonreía. Llegamos y nos fuimos paseando por la playa. Entramos a un parque de diversiones. Nos subimos a muchos juegos, a pesar que muchas veces he temido subir, pero lo hacía. Me sentía bien con ella. Era como si lo hiciese con Clara. Ya casi al acabar la tarde, comimos algo. Por cosas del destino, se encontró con unas de sus compañera de clases. Me presento como un amigo. Y ellas miraban y sonreían un poco extrañadas. A su lado me sentía muy mayor. Pretendía ser amigo de Vanessa, para acercarme más aún a mi querida Clara. Nos propusieron ir más tarde a una fiesta, que tenían programada, por ahí muy cerca. Les dije que debía descansar por que mañana tenía que trabajar. A Vanessa, le pedí irnos por que debía estar con Clara, ya que ella también tenía clases mañana. Pero ella insistió tanto, que acepte. Hicimos un poco de tiempo, con ellas. Me seguían mirando, y eso me incomodaba más. Cogí el celular y llame a Clara, para decirle lo que íbamos a hacer. Ella me pidió que me divirtiera y que cuidara a su hija. ¡Te amo! (le susurre despacio) Le dije que iba a hacer aquello. Vanessa, al darse cuenta, me pidió que no le contase a su madre, pero ya estaba. Volvimos a coger un taxi. Nos fuimos a aquella fiesta. En un instante, le pregunte a Vanessa, que decían sus amigas de mi, que pensaban. Ella se río, y me dijo con picardía:
-Dicen que eres muy guapo y que tenía mucha suerte.
-No te creo, le replique.
-Si, insistió. Pero aquello que me dijo no me preocupaba. No se, si me sentiría bien ante tanto muchacho en esa reunión. Vanessa, sabía que había una fiesta, pero si le decía a sus padres, no la dejarían ir. Ya dentro, en un lugar muy agradable. Los temas iban y venían. La música que a ella le gustaba. Sus amigas me miraban y seguían murmurando. Más aún cuando bailamos una canción. La miraba y veía a Clara. Eran como dos gotas de agua. Salvo el cabello. Ella lo tenía negro, y su madre Castaño. Me acordaba del beso que nos dimos antes de salir. Vanessa, no me quitaba la mirada. Y entonces me empecé a incomodar más. Le preguntaba cosas suyas, ella me respondía con una sonrisa.

No se bailar, no se bailar. Adoro la música pero no se bailar.

Ya era muy tarde y le dije a Vanessa irnos a casa. No había bebido alcohol, tal vez pensó que le diría algo. Sus amigas se despidieron de mi, y volvían a murmurar. Algunas me dieron sus números de celular, para entablar amistad. Con gusto, acepté. En verdad que la pase bien. Más aún con la compañía de Vanessa. Cogimos un taxi, y enrumbamos a casa. Sentados allí, detrás, se moría de sueño, pero no dormía. Me cogió del brazo y acurruco su cabeza en mi hombro, y me empezó a preguntar miles de cosas...¿Que tal te fue en el colegio? ¿Por que no tienes novia? ¿Por que vives solo? Y a cada pregunta le daba una respuesta...
-Vamos a tu casa!
-No, por que tenemos que ir a la tuya.
-La mía queda por allá.
-Bueno, a la de tu mamá.

Clara nos esperaba, llamo al celular a Vanessa, y luego ella me la paso. Le explique el por que de la tardanza. Ella comprendió. Deseaba llegar rápido y volver a su casa y besarla nuevamente. Mis ojos me delataban. Vanessa se dio cuenta, y me dijo:
-A ti te pasa algo...
-A mi, nada ¿por qué?
-si, te brillan los ojos..uhmmmm
-Tu crees..
-Si...-Y en ese instante me cogió del rostro y me beso. Me quede completamente frío. No supe que decirle. El silencio inminente hizo que me volviera a besar, y yo en ese instante deje de pensar en todo. Nos besábamos. No me daba cuenta si estaba en el taxi, o si el chofer nos miraba. Nada. Cuando dejamos de hacerlo. Me quede pensando recién en lo que habíamos hecho. Al llegar, la deje en la puerta, le pedí que no le dijese nada a Clara. Se lo pedí por favor. Ella me dijo que nunca le contaba nada a su madre. Que no me preocupara. Me despedí con un beso en la mejilla. Me despides de Clara, ya es muy tarde, mañana tengo que madrugar. Ella deseaba que entrara... Y me fui raudo.

Salí a la avenida, a coger un taxi, pero por mala suerte, me encontré con Adrián, mi primo..
-Oye huevon, ¿que haces por aquí?¿que es de tu vida?
-Hola primo ¿que tal?
-Pues aquí, que ya me iba a casa.
Salía de un local donde había esos juegos de apuestas y tragamonedas. Se había quedado sin dinero, por eso se fue de allí. Eran las 2:00 a.m. y me quiso llevar a su casa, le dije que no, por que tenía que estar en la mía. Entonces me invito a tomar algo en un bar que estaba abierto. Ya adentro, me empezó a contar muchas cosas. Pensé tal vez, que si sabía algo, por que todos ya sabían que iba a buscar a Clara..
-¿Verdad que estas con la colorada?
-¿Por qué?
-Todo el mundo habla de eso aquí. Un día me pare a conversar con la gente, y me contaron eso. Tu primo, el Gabriel, esta con la colorada.
-¿Y tu que crees, primo?
-No es mi problema, primo allá tu. Aunque dicen que es una pendeja. Nunca le he visto en eso. No se, no me preguntes más.
-Amo a Clara, huevon, por eso volví. Yo se que ella no es lo que la gente dice.
-Te comprendo, pero ya sabes, es tu vida, es tu situación.
Tomamos seis cervezas, y me despedí de él. No le dije nada más. Y él pidió que lo llamase alguna vez, si podía, para comer algo con su familia. Me pidió que le prestase dinero, se lo dí y volvió a meterse al tragamonedas.

En casa, estoy en silencio de la madrugada, recordando lo pasado en este día. No he podido dormir, hasta pasadas las 5:00, a.m. Y así con todo me fui a trabajar. A pesar de que tengo amigos en el trabajo, casi nunca los busco. Me siento bien en la soledad. Incluso rechazo las invitaciones de Ignacio, mi amigo. Sentado ahí, vuelvo a recordar todo aquello. Las palabras de mi madre. Pero trato de animarme.

Ha sonado el celular, y es Clara. Me alegra esa llamada, temo en cogerla. Pero lo hago. Nos saludamos gratamente, y me agradece por la tarde que le dedique a Vanessa. Le conto lo bien que lo pasamos. Vas a ser un buen padre, eres tan bueno. A cada palabra que decía esperaba, que me mencionase lo que paso entre nosotros ayer...Y termino con un: Ven a verme, anhelo verte. Yo también lo deseaba. En la noche nos vemos. Al acabar me fui a casa, mientras pensaba en ella. Cogí un traje y me lo puse. Nunca lo hago. Me pare en el espejo, me miraba a ver como me quedaba. Cogí unos zapatos de cuero, que olvido Andres, la vez pasada que vino. Tenemos la misma talla, casi todos mis hermanos. Antes de salir, ya cambiado, volví a verme en el espejo. Siempre me he cuidado. Me veo bien. Siempre mis amigos y algunas amigas, me decían por que siendo como era, no tenía enamorada alguna. Creo que dedique mi vida a no olvidar a Clara. Pero me sentía tan mal, por lo que había pasado con Vanessa. Como reaccionaría si lo supiera. Pensé en desistir. En mi cuarto, debajo de la cama, guardaba un caja grande de recuerdos. La saque y cogí todos los poemas que había hecho en todo este tiempo para ella. Los hacía por su cumpleaños, por navidades, por San Valentín, y por tantas cosas. Aún tengo el reloj que me regalo, cuando cumplí los 15. Lo tenía casi intacto. Muchas veces mis hermanos menores, querían que se lo regalase. Les daba una patada. Me puse el reloj y fui a verla.

No hubo palabras al llegar. Sonrió al verme con traje. Se emociono al recibir los poemas que le dí. Cada uno de ellos llevaba el día en que los escribí. Le mostré el reloj, sonreía más. Me dijo que parecía un niño.

Cuando me regalo ese reloj, su padre quien era un mezquino, no le daba céntimo alguno. Ni la dejaba salir. Así que un día, había recibido una fuerte cantidad de dinero de adelanto de una obra que tenía que hacer. Ella le cogió un poco, y me lo compro. No se daría cuenta, ya que habían tantos billetes.

Nos sobraba el tiempo. Ella estaba muy roja. Y en ese instante empezó a llorar, no se, si ahora es de emoción. Le pedí que dejara de llorar, pero no podía. Se sentó en el sofá, quiso secarse las lágrimas, y no podía por que le caían más. Empecé a preocuparme. Me invadía también el sentimiento. No dejaba de llorar. Me arrodille frente a ella, y empecé a secar sus lágrimas. Poco a poco se iba calmando. No se, si fueron los nervios, o que, pero yo reía, mientras seguía secando sus lágrimas. Cuando ya estaba casi calmada. Le mire a los ojos, y tembloroso, le pregunte: ¿Te quieres casar conmigo? Nos abrazamos, y mientras ella con fuerza me abrazaba más, me respondió que si...Si, Gabriel, si.
-Siempre te he amado, mi amada Clara.
-Ay, Gabriel, cuanto he esperado esas palabras, cuanto, sabía que me amabas.
-Siempre, siempre... perdóname por nunca decírtelo.
-Perdóname tu por lo que hice.. perdóname.
Nos tumbamos en el sofá y nos dimos todos los besos que no nos dimos nunca.

Jamas le pregunte a Clara, por aquel muchacho, el padre de Vanessa. Por palabras de su propia hija, me di cuenta que era una buena persona. Sus padres se encargaron de criar a Vanessa, mientras ella, estudiaba en el Instituto Pedagógico de Lima, donde se graduó. Era maestra, pero nunca me lo comento. No tenía ganas de enseñar, no le gustaba eso. Pero era lo único que eligió para que sus padres la dejaran tranquila. Al ir creciendo Vanessa, la familia del padre, también quería ser parte de ella. Así que ella creció entre dos casas. Clara, sentía que su hija no la quería. La otra familia, le llenaba de cosas. Clara cree que su madre doña Vanessa, no le perdona lo que hizo. Siempre le recordaba aquello. Por eso se vino a vivir al barrio y ella se fue a Ica.

No se como lo tomaría Vanessa. Llego el fín de semana, en que la volvería ver. Aunque me llamaba después de aquel día. Conversábamos mucho, pero nunca trataba el asunto aquel. Me contó que deseaba volver a verme. Me llene de valor para que cuando la vuelva a ver, decirle que amo a su madre, y pensábamos casarnos. No le conté nada a Clara, tal vez me comprendería. Me daba miedo una reacción suya. Pase esa semana, con ella. Del trabajo, me iba a de frente a su casa. Ya no trabajaría en aquel bar. No salía mucho. Le pedí a Clara que se fuera a vivir conmigo. Mientras planificábamos como sería nuestra boda. Ella deseaba que fuera al revés. Pero tanto le insistí que al final acepto mi idea. Pero que hacer con su casa, en el barrio. Mientras pensábamos que hacer, eramos felices.

El sábado volví a su casa, y ahí ya estaba Vanessa, quien al verme me abrazo fuertemente, y esta junto a ella Clara. Le agrada que sea amigo de Vanessa. Sin dejar de abrazarme, me pidió que la llevase a ver una película. Acepte, por que iríamos los tres. De repente, Vanessa, dijo que no, que solo iría al cine conmigo. Clara, le pregunto por que de eso, y ella no le dijo más. Clara, se sintió ofendida por lo de su hija. Pero al final fuimos los tres. Vanessa estaba incomoda. Me senté en medio de las dos. Deseaba abrazar a Clara. Aún no le pensábamos contarle nada a Vanessa. Clara decía que sería una sorpresa para ella, ya que se alegraría al saber eso. Y esperaba a eso. En medio de la película Vanessa, me cogió del brazo, y acurruco su cabeza en mi hombro, mientras Clara miro aquello con una cara de sorprendida, y solo sonreía con jocosidad. No se imaginaba nada. Ya para acabar, nos fuimos a comer algo por ahí. Les comente que pensaba comprar un auto, y fue Vanessa la más efusiva, y me exigió que fuera ella, la que me ayudaría a escogerlo. Clara, tomaba todo aquello, con felicidad, por que pensaba que Vanessa, veía en mi a un padre. Al llegar a casa, nos tumbamos al sofá a descansar y ver un poco de tele. Ahí me contó Clara que algunas veces se encontraba con mis primos. Pero solo hablaba poco con ellos. No les dijo nada al respecto de lo nuestro. Era mejor así. Ya casi al llegar la noche, Vanessa me pidió y exigió en salir de fiesta. Quería que fuéramos a bailar los dos solos. Clara, le dijo que no, que debía de dormir, ya cuando apruebe el examen, podrías ir de fiesta. A Vanessa le desagradaba que Clara, la cuidara mucho. Su padre le consentía todo, y eso aprovechaba ella. En esos días había roto con su enamorado. Me lo dijo ahí mismo, delante de Clara. Se dio cuenta que su hija no le confiaba nada. Y eso era lo que le molestaba más aún. Deseaba dormir con Clara, pero ella me pidió discreción por Vanessa. Le dije que me marchaba a casa. Pero me pidió quedarme, y dormir en el sofá. Ya mañana domingo saldríamos otra vez a pasear los tres.

Clara, tenía muchos problemas, por la rebeldía que mostraba su hija. Tomaba pastillas para conciliar el sueño. El trabajo la mataba y stresaba. Cuando Vanessa, estaba en su habitación, aprovechamos para estar juntos un rato. Nos prodigamos amor. Y se fue a dormir. No podía dejar de pensar en ella. Deseaba estar con Clara, una vez más. Dieron las 01:00 a.m. Entonces apareció Vanessa, y me desperto con un beso. En un principio pensé que era Clara, al darme cuenta, le dije que parara, pero ella me repitio muchas veces que le gustaba y su padre ya sabía de mi, por que le había contado. Estaba en ropa ligera, al oír el ruido, Clara, pregunto que pasaba. Vanessa grito que quería ir a bailar. Al levantarse, yo no sabía que hacer. Le dijo a su madre: dile a Gabriel que me acompañe. Clara al ver la terquedad de su hija, me pregunto si deseaba ir. Me quise negar, pero acepte. Tal vez allá afuera le diga como eran las cosas. Vuelvan temprano, solo pidió eso Clara y volvió a cama.

Espere que estuviésemos fuera del barrio, para hablar con Vanessa pero me moría de cobardía. Ella se dio cuenta de mi estado. Me pidió disculpas, y me dijo: Ya en la pista se te pasa. Estas, así por que mi madre, te pasa su aburrimiento. Ya en la discoteca, me sorprendió que conociese a mucha gente. Algunos me conocían. Incluso sabían que siempre iba a ver a Clara. Pedimos algo de tomar. Solo algo ligero. Pero ella empezó a beber sin medirse. Ya estábamos ahí algo de una hora. Bailábamos, por más que mostraba mi enfado, ella no se incomodaba. Se junto a un grupo de amigos. Me pare solo en la barra, a pensar en lo que pasaba. Por que pasaba esto. No tenía explicación para todo esto. Me metí a los urinarios, lo necesitaba. Entonces había un poco de tranquilidad en aquel lugar, y me quede un buen rato. Me miraba al espejo....
¡Puta madre! Gabriel, que haces aquí..

Cuando me puse traje, aquel día en que le pedí matrimonio a Clara, no lo hice por eso, sino por que quería que ella me viese bien. Y eso provocaron esas lágrimas. Eso creo.

La paz en ese instante se apago, cuando entro Vanessa, quien bailaba y me dijo:
-Te estoy buscando hace rato, pensé que te habías ido.
-No bebas más- le pedí.
-Esta bien, pero....
Entonces, me empezó a besar. Le pedí que parase. Ella seguía en su terquedad, y empezó a desnudarse. Yo se lo impedía.
-Quiero que seas tu, mi primera vez, Gabriel, me gustas tanto.
-No digas eso carajo!
Cuando intente salir y dejarla ir, ella se abalanzo sobre mi, y quiso seguir con lo mismo...
-Hazme tuya, ahora mismo.
Le mire a los ojos, muy irritado, le cogí las manos fuertemente y le dije:
-Amo a tu madre, amo a Clara.. Perdóname pequeña, perdóname!
Cogió la ropa que se había quitado en ese instante y se fue de ahí. Salí al cabo de un rato a buscarla. Se había ido afuera. Se iba caminando, por las calles y todos los muchachos la miraban y piropeaban. Me acerque a ella, sin decir palabra alguna, le acompañe en su andar. Vamos a casa, le dije después de un buen rato. Pensé en que no iba aceptar, pero nos fuimos a casa. En el taxi, seguía el silencio. Llegando a casa, al entrar ella me dijo:
-Vete Gabriel, vete..

No se realmente lo que hablaron madre e hija, cuando ella llego sola. No lo se. Clara, me llamo en la tarde, para que fuese a acompañarla, ya que estaba sola. En el fondo me sentía tan mal. Debí decirle todo de un principio a Vanessa. Fuí a verla. Tumbados en el sofá, le pregunte por Vanessa, y me dijo que ya se había ido a la casa de su padre. Me agradeció por que ella le dijo que lo había pasado bien conmigo. Pero yo me fui por que me encontré con unos amigos del barrio.
-Si vas a estar con tus amigos, vas a querer dejarme.
-No, como crees eso, sino que ellos insistieron.
-Esta bien te perdono.
Y luego hicimos el amor toda la noche. Mientras escuchábamos música.

Decidió no vender ni alquilar su casa. La mantendría cerrada, hasta saber que hacer con las cosas. Y nos fuimos a vivir a mi casa. A pesar de ser un poco pequeña, vivíamos cómodos. Ya su hija no iba a verla muy a menudo. Solo la llamaba para ver como estaban. Y cuando lo hacían, me mandaba saludos. No me atreví nunca en decirle todo aquello. Me lo guarde. A pesar de todo, mi madre comprendió mi situación. Hablo con ella, muchas cosas. Ya luego Clara me contó todo aquello. Cuando decidimos el día para la boda, no sabíamos que iglesia elegir. Pero al final elegimos la iglesia del barrio. Ahí invite a todos ellos, que me conocían, y a ellos que conocía ella. Esperaba que estuviesen todos. Me compre un traje muy elegante. Me probé una infinidad de ellos. Andrés, me regalo unos zapatos italianos de cuero. Se que te gustan, me dijo. Ahí me entere que administraba una zapatería. Pero me alegro mucho ver a Vanessa, al lado de su madre. Se me acerco, me contó todo lo que su madre, le había dicho de mi. Todas nuestras experiencias. Ella le enseño los poemas, que le hice. Me pidió que la hiciera feliz. Le pidió perdón por todos los momentos desagradables. Nos abrazamos fuertemente. Le bese la frente, y le agradecí por aquel gesto.
-Se muy feliz Gabriel, se muy feliz mamá...
-Gracias, pequeña.


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