lunes, 28 de noviembre de 2011

Crisis de fe (Laura y yo)


Desde que conocí a Laura, trate de cambiar mi vida y esperar una alegría en mi existencia.

No me interesaba nada de la vida. Iba donde me llevaba. A esos parajes que nunca imaginas. El ego, la soberbia eran parte de mi. Cumplí los 18, y solo pensaba estar con mis amigos. Nos volvimos muy vagos y a muchas veces pillos. Ni estudiar, ni buscarme la vida, pasaban por nuestras cabezas. Todas las semanas, nos perdíamos en tantas borracheras y peleas, con pandillas de otros lugares. Conocíamos todas las discotecas de alrededores y en esas siempre nos las pasábamos bien. Eso creía yo. Tenía un marca de un corte en el hombro, debido a la pelea que tuvimos hace al menos de un año, con unos que llegaron de otro sitio. Se metieron con uno de los nuestros. En la trifulca, mientras nos peleábamos, uno de ellos, logro clavarme una pequeña navaja, que me causo una gran herida. Ensangrentado y todo seguíamos en la trifulca. Hasta que vino la policía y se llevaron a todos a los que se quedaron. Un compañero, me pidió huir de ahí. Realmente quise quedarme, y no irme como un cobarde, pero insistieron y nos fuimos corriendo de aquel lugar. Matias, un amigo que compartí clases en el colegio, y vecino mio, me llevo a su casa. Vivía con su madre. Cogió del botiquín lo que había. Me limpio con alcohol...
-Cholo, has perdido harta sangre, pero veo que no estas débil- me dijo riéndose
-Es que he chupado mucha sangría, pe huevon- le dije un poco adolecido.
-Mi viejo cuando me corte la rodilla con una piedra, me echo sal, y eso me cicatrizo.
-Echa pero con cuidado.
Y ahí Matias me echo sal en aquel corte. Un ardor increíble. Me coloco un trapo, y con cinta aislante me lo pego. Me quede con él, hasta el día siguiente. Cuando desperté, su madre, nos preparo pescado frito, y mucho café. Sabía en lo que andaba Matias. Ya no le decía nada. Le sale por el otro oído, lo que le digo- me dijo ella- Él solo se reía. Antes de irme, me reviso otra vez. Ya en casa, le dije a mi madre que me había mordido un perro. Me dijo que lavase con mucho jabón.

Nuestro barrio, a pesar de muy humilde, era tranquilo. La delincuencia, llego a través de nosotros mismos. Los jóvenes eramos muy avesados. Los buenos valores que nos inculcaron nuestros padres, se perdían en el tiempo. Ver gente drogándose en plena calle, se había vuelto muy común. Ya por las noches, no reuníamos. Nuestro lema siempre era ese de "Hay que hacer respetar el barrio" Teníamos muchos disputas con otros barrios. A veces mi madre, iba y me jalaba de las orejas, mis amigos piteaban, y ella, también los regañaba. Con la mayoría de edad que tenía, dejo de hacerlo. Pero igual iba a buscarme. Mis padres contaban con un negocio en el centro de Lima, el cual les rendía muy bien. No pasamos apuros económicos. Me llevaban a ayudarlos pero yo pasaba de eso. Y no les hacía caso. Pero cuando iba les quitaba dinero, sin que dieran cuenta.

Cercana las fiestas patronales, siempre nos pedían ayuda. Se nos acercaba, el presidente de la comisión de fiestas, para pedirnos aquello. Muchas veces lo "arrochabamos". Y aquel día sin querer le dije si al vecino. No se por que acepte. A unas cuantas manzanas de la casa de mis padres, vivía, doña Graciela, nuestra vecina. Ella tenía cuatro hijos, ya mayores. Se habían ido ya del barrio. Cuando llegaban a verla, me reconocían y saludaban. Yo no los recordaba, pero ellos si. Me dejaron cuando yo era muy pequeño, al igual que mis hermanos. Doña Graciela, siempre fue devota de San Martín de Porres, y un apoyo importante en el barrio. Era la encargada de muchas asuntos en las festividades. Llegaba a buscar a mi madre, y ella cuando tenía tiempo accedía, se llevaban bien. Un día llego:
-Hola Manuel, ¿esta Mariela?
-No señito, no esta, llega por la noche, esta muy ocupada por allá
-Ah ya, mira dale esto (me entrego un programa detallado de las fiestas)Y se fue.

Por la noche, al llegar mi madre, le comente lo que la vecina me dijo y le dí lo que me entrego para ella. Luego de un rato, mi madre saco 500 soles, y me dijo:
-Manuel, ve donde Graciela, y dale, esto.
Asu! tanto dinero, mejor me lo quedo yo, para mis cosas.
-Trabaja, pues huevon, y ya ve a darle eso.

Así que me fui a casa de doña Graciela. Al tocar la puerta, me percate que estaba Matias, en la esquina, quien me silba. Y de la puerta, le devolví el silbido, y con un gesto le dije que ya iba. Me abrió la puerta doña Graciela. Me invito a pasar. Ahí estaba su hijo mayor, Roberto, quien me reconoció y me saludo efusivamente. Él ya tiene 42 años, junto a él estaba su familia. Doña Graciela, me agradeció el gesto de mi madre. Y me invito a cenar-siempre lo hacía- junto a ellos. Yo quería irme ya con Matias. Doña Graciela, sabía en que estaba metido. Siempre cuando podía, me daba un sermón. Entonces del aquel incomodo momento en el que estaba, por querer irme, aparecio Laura, la hija de Roberto. La nieta de doña Graciela.
-Mira Laurita, te presento a Manuel, es hijo de Mariela, mi amiga. No supe que hacer, en ese rato. Mis sentidos me habían abandonado. Ella se acerco, y le tendí la mano. Su mano tan suave, ella me sonrió y tenía los dientes más perfectos que yo había visto nunca. Su pelo castaño. que ondeaba a cada paso que daba. Sus ojos pardos, recontra claros. Me puse super colorado, al oir, un hola, y besarme la mejilla.
-Uyyyyy como te has puesto- dijo Ricardo uno de sus hijos.
-Ya, ya no lo vaciles- termino doña Graciela.
Nos sentamos a comer. Me hicieron miles de preguntas. Miraba para todos los lados, pero me avergozaba mirar a Laura. Más aún me avergonzaba decir que no hacía nada por la vida, y en el mundo en el que estaba junto a mis amigos faites del barrio. Doña Graciela, me sirvio un monton de comida. A pesar de estar avergonzado tuve que comerla.

Laura tiene 16 años, cursa el 5 de secundaría, vive en San Luis, un distrito muy alejado al mio. Era muy empeñosa y dedicada, pero no buena para los estudios, como ella confiesa. Desde que la conocí, mi cabeza anda por otro lado. Solo sabe que me llamo Manuel, y que tengo 18, que era conocido de su familia. Pero desde que la . en mi mundo solo existe ella. No sabía nada como llegar a una chica, cuando estas enamorado o algo similar. Las chicas que conocía solo eran de las discotecas y borracheras con los faites.

Salí a caminar un día. A pesar que quede con mis amigos. Y me metí a una librería. Sin saber como preguntárselo al encargado. Le pedí un libro o un manual, de como enamorar. Y el encargado con una sonrisa un poco cachosa (burlona) me indico donde podía encontrarla. Al llevarme un libro, no pare de leerlo, a veces no lo entendía, y lo volvía a hacerlo.

Mi madre, quien acordó todo lo relacionado a la fiesta con los vecinos, y con doña Graciela, se sorprende debido al interés que pongo en ayudarla, en las fiestas, Laura y su familia iban a llegar. Sabía eso muy bien. Ya que no los contaron. Se había contratado a unos feriantes que llevaban juegos mecánicos, y vendría una gran orquesta, para las festividades del santo patrón. En esos días, mi relación con mis amigos, bajo un poco, más no con Matias, a quién involucre un poco para que me ayudase a acercarme a Laura. No sabía como llegar a ser su amigo.

Laura, estaba por aquel tiempo, asintiendo a una parroquia de su barrio, ya que se estaba preparando para recibir la confirmación. Ahí asistía con amigas y compañeras del colegio. Recibía catequesis, con alguno que otro muchacho, y algunos seminaristas que llegaban a aquella parroquia. Ha hecho muchos amigos, incluso con los sacerdotes, que trabajaban con los chicos. Liliana, quien era su mejor amiga, estaba enamorada de unos de esos catequistas. Y Laura, como amiga suya, la ayudaba en todo. Liliana, acompaño a la familia de Laura, a aquellas festividades de mi barrio. Esperaba con ansias su llegada. Deseaba acercarme a ella, como fuese posible. Viernes por la mañana, fui donde doña Graciela, quien ya me esperaba. Y llego ella, su familia y Liliana. Salude muy efusivamente a Roberto y a su esposa. Trate de darle un poco de indiferencia al asunto, salude muy fríamente a Laura, quien volvió a sonreírme. Me presento a Liliana. Estuve todo el día con ellos, salvo los momentos en que mi madre me llamaba. Ella estaba un poco alegre, por ver mi actitud en esos días. Me veía alejado de esos amigos, que nos les gustaba. Roberto se dio cuenta de mi, pero no me dijo nada. Solo hablo con su madre, por que los oí. Llegaron los demás hijos de doña Graciela, a quienes salude también. Trajeron una gran cámara de video nueva. Grababan todo lo que acontecía. Me preguntaban muchas cosas, me sentía avergonzado. Laura con su linda sonrisa, se llevaba todas las tomas. La cámara la adora. ¿Como podría acercármela? si estaba pegada a ella Liliana. Se daba cuenta que la miraba, se daba cuenta. Cuando llego la hora de almorzar, me fui a casa. Allí me dijo mi mamá:
-Pensé que ibas a comer con ellos.
-No, solo fui para ayudar. Más tarde iré ver sobre los fuegos artificiales, para la noche.
-Si, tienes razón. Procura que sean buenos.
- Eso haré, ¿me das dinero?
-Si, no te preocupes, pero no te lo vayas a tomar con tus amigos.
-Eso espero....

Yo que me creía el "faite", el "duro", el "maleao"...Me moría de ganas de preguntarle a mi madre, si yo tendría oportunidad de tener una enamorada, tan bonita como Laura. Me moría de ganas, saber que me diría. Tal vez eso de: Si claro que si..claro que si.

Me fui con Matias, a pagar los fuegos artificiales, en el microbus, le conte sobre Laura, y él solo se reía. También le hable sobre su amiga Liliana. Acordamos estar por la noche en la fiesta, como todos los años. Con Matias me una gran amistad, a pesar de ser mas faite que yo. Era una buena persona. Aprendió a usar muy bien la navaja. Tuvo miles de broncas, y en todas salia bien librado. Tiene 19 años, pero debido al exceso de alcohol, parecía que tuviese 25. Salía con una chiquilla de 15, que vivía en un barrio muy populoso cerca al nuestro. Su madre se ganaba la vida, como cocinera en un restaurante popular, y por eso nunca le faltaba comida en casa. Al llegar de vuelta, a casa. Pase por la casa, de doña Graciela. Y allí afuera estaba Laura y Liliana. Yendo Matias se dio cuenta, que eran ellas por las descripciones que le di.
-Presentámela, tío.
-Si, pero no me hagas roche.
-Tranqui, brother, no te preocupes.
-Espera que nos acerquemos más...
Al llegar, Laura volvió a sonreír, y le presente a Matias
-Manuel, se quedo corto, al decir que la nieta de doña Graciela era guapa, es muy guapa- dirigiéndose a Laura, y ella se sonrojo más. Me avergonzó un poco por lo mandado de Matias. Pero ya lo había dicho. Nos quedamos conversando. Liliana también se presento. En la noche al llegar el santo patrón al barrio, estábamos todas las familias reunidas. Después de unas horas, ahí acompañando a mi familia. Mi madre más sorprendida aún, ya que solo estaba siempre en la fiestas, por las borracheras con la gente. Y de repente apareció Laura, para buscarme y pedirme pasear por las fiestas. Le pedí a mi madre dinero, quien al ver a la bella Laura entendió. Saludo efusivamente a Laura y a su familia. La mala fama que teníamos mis amigos y yo, hacía que Roberto desconfiara en mi. Pero no me decía nada. Estando ahí con Laura, mientras recorriamos las calles, llenas de luces, y algarabía. Trate de entender todo lo que leí en ese libro que compre, para ayudarme, Trate. Laura me hablaba mucho, Me contó que ya me conocía, me había visto alguna vez. Y no dude en tomarme valor, y le pregunte si tenía enamorado. Me respondió que no. Esa respuesta me dio un poco de más de confianza. Y decidí en ese momento en pedirle, que si podía conocerla más.
-Mi padre me dijo que eras de una pandilla- dijo un poco asustada, pero con su linda sonrisa
- No, de una pandilla no, somos amigos del barrio, pero siempre hay por ahí broncas- le respondí efusivo.
- Eso es verdad, en mi barrio, vieras las broncotas que hay y dan un miedo.
-¿Qué dice tu abuela de mi?
-Me dijo que te conoce desde niño, a ti y a tus hermanos.
- Y yo conocía a tu papá y tus tíos, son muy buenos.
- Si, es verdad....
En ese rato, se nos pego Liliana y también Matias, quien se arreglo para la ocasión. Pero le volví a decirle que si dejaba conocerla más. Y ella dijo que si. Desde ese momento, pensé en cambiar mi vida. Así sea muy duro el caminar. Y así fue que en la madrugada aquella, bailamos al son de la música de la orquesta. A ella le encanta la salsa y la technocumbia. Matias se la paso bien y a cada momento, les pedía al menos una chichita de Chacalón o de los shapis. Entre los tragos de la gente, que en ese instante se olvida del objetivo de la fiesta. Roberto se me acerco, al verme muy junto a su hija, y me pidió que la respete. Te voy a obedecer, Roberto, claro que si. Y él con un: ¡Bien dicho Manuelito, sino ya sabes! somos los dos amigos ¿verdad? Claro que si, le respondí.

Estuvimos los tres días del fin de semana, la pase super bien. El domingo día central, cuando estaba todo el pueblo reunido, esperando las demás actividades. La gente que nos conocía se sorprendía al vernos a Matias y a mi apoyando, en la misa, en la procesión y en la cena central. Con Laura, mi amistad crecía, todo el rato con ella. En la procesión, estuve con ella, a pesar que nos seguía Liliana. Matias se le pego, sabiendo que lo debía de hacer. Ahí le pregunte si podía ir a verla a su casa. Claro, que si. Ya entre tanto caminar, le dije que era muy bonita, y que tenía una linda sonrisa. Ella se sonrojo. Me dijo que nunca le habían dicho algo parecido. Pero me confeso, que había un muchacho que la cortejaba, que iba a la universidad, pero a su padre no le gustaba, ya que era muy serio. Pero le pregunte si ella, realmente se sentía atraída por ese muchacho. Y me sentí muy aliviado, que me dijo que no. Pero el que vaya siempre vaya a verla, me preocupaba. No podía dejar de pensar en su linda sonrisa, y su bello pelo castaño ondeado. Ya por la noche, a punto de acabar todo, se despide ella. Un poco triste, pero sabiendo que la volvería a ver. Me dio el número de teléfono de casa. No me falles, y ve a verme, me dijo al despedirse. Esas palabras me emocionaron mucho...

A mi madre le agradaba la idea, no me decía nada, pero se le notaba. Cuando me pedía que los ayudase en el trabajo, y cuando aceptaba, sonreía. Un día le pedí dinero para ir a visitar a Laura, y me lo dio sin decirme nada. Cuando iba a visitar a Laura, le preguntaba a doña Graciela, si necesitaba algo, o si tenía un encargo para ellos. El primer día que fue a visitar a Laura, iba en el micro, pensando en que decirle, no si antes, leerme otra vez el libro aquel. Iba muy nervioso. Al llegar a su casa, me sentía muy nervioso, Y Laura me recibía, ahí saludaba a Roberto, quien más tranquilo, nos vigilaba. Me enseño su barrio, y demás amigos. Entonces desde aquel día, fui más seguido a verla. Nuestra amistad, siguió a cada visita iba creciendo, y más aún mi sentimiento hacía ella. A pesar que esto me costará alejarme de mis amigos. No me importaba. Nos hemos contado todo de nosotros,

En la parroquia de su barrio, en la que recibía catequesis Laura, siempre se reunían, los chicos y chicas. Siempre hacían fiestas, y se la pasaban bien. Laura tenía muchos amigos. Desde que empecé ir a verla. Dejo de lado a aquel muchacho que la cortejaba. Siempre se negaba, cuando la llamaba o cuando iba a buscarla. Roberto apoyo aquello, ya que no le gustaba para nada. En una fiesta en esa parroquia, asistió mucha gente, celebraban el aniversario. Esa noche me di cuenta, que a Laura, le gustaba a un montón de chicos, se notaba claramente. Llegue ahí con ella, y con Liliana. A Matias, no lo invitaba a ir conmigo, ya que ese no era su mundo, aunque quise animarlo muchas veces, para que pueda alejarme un poco a Liliana. En un momento de la noche, se encontró con los catequistas que eran sus amigos. Ahí le presentaron a unos seminaristas, que algunas veces daban catequesis.

Cuando conocimos a esos muchachos, me dí cuenta que había gente que si podía cambiar. Alberto, era un muchacho de 24 años, y llevaba 6 en el seminario. Nos contó muchas cosas, y cuando las contaba, lo hacía mirando a los bellos ojos de Laura que oía atentamente. Nos decía que soñaba con que llegara el día de su ordenación, y servir al señor. Estuvimos con ellos por el resto de la noche. Laura quedo maravillada con las palabras de esos chicos. Nos dijeron todas sus anécdotas y vivencias en su seminario. Ella asistía a un grupo desde que empezó a recibir caquetesis. Y al acabar esa noche, despitamos a Liliana, y nos fuimos caminando por ahí. En una de esas calles, le pedí parar. Ella ya se imaginaba, los ojos le brillaban sus hermosos ojos. Empece a temblar, le cogí las manos, me dí fuerzas y la bese. Así sin más. Al tocar sus labios, con los mios, el tiempo se me hizo eterno, Al acabar no supe que decirle. Sus ojos me miraban con emoción, creí que tenía lágrimas contenidas.
-Te amo Laura, te amo de verdad.
-Yo también te amo, Manuel,
- Quieres ser mi enamorada.
- Claro que si..si. Cogí su rostro y nos besamos eternamente. Me sentí el hombre más afortunado del mundo. Ella y yo, no había más, que decir. Luego de todo aquello, fuimos a su casa. Como ya era tarde, Roberto me dejo dormir en la sala. Me vigilo toda la noche. A las seis de la mañana me mando para casa. Cogí el bus, y me fui. En el camino, iba pensando en que decirle a Roberto. Si me dejaría seguir yendo a su casa, ahora más aún en que Laura y yo somos enamorados. Volví recordando aquel beso tan hermoso.

Matias, me estuvo buscando, cuando le conté, me empezó a reclamar pero tranquilamente. Sabía el por que. Quede con él, para salir, pero ya no deseaba estar en ese mundo. Todos los días llamaba a Laura, y me contaba todo lo que pasaba. Me pedía ir a verla, casi a diario. Todo fue muy bien, hasta que hable con Roberto. Le conté todo lo que debí contarle. Rehuso a mis ideas, le costaba aceptar aquello. Pero duro poco, por que fue doña Graciela, quien intercedio. Un día domingo, en que almorze con ella, en su casa. Siempre me invitaba, pero como andaba con mis amigos, nunca iba. Pero ahora si. Y allí el conté que amaba a su nieta. Ella sonrió y me dijo que se imaginaba aquello, por la forma en que cambie en cuando apareció Laura en mi vida. Ella hablo con Roberto, y le dijo que ella se hacía responsable de todo. Y así Roberto a regañadientes acepto. Para mi andar de la mano con una chica, siempre me pareció cursi, pero todo cambio. Iba con ella, a todo sitio. Ella no descuidaba sus estudios, más aún cuando estaba por acabar el colegio, y preparase para el examen de admisión a la universidad. Yo empecé a ayudar a mis padres en su trabajo.

Antes de navidad, ella se confirmaba. Estábamos toda su familia, y la mía. Mis hermanos a regañadientes aceptaron a ir. También fue Liliana, quien realmente creo que no me pasaba. Nosotros eramos muy cautelosos y sutiles para demostrarnos nuestro amor. Unas cuantas veces volvió a ver a ese muchacho. Pero al ver las cosas que no ella no lo quería, se fue alejando. En la parroquia estaba Alberto que era ese seminarista, que nos hablo de su vida. Un tipo muy sencillo. Volvió a hablarnos otra vez más.

Alberto iba a un seminario, un poco lejos de Lima. Pero a partir de que conoció a Laura, nuestras vidas cambiaron. Pidió a Laura, no alejarse de la parroquia, y seguir apoyando. Ella acepto, ya que le gustaba este ambiente. Siempre apoyaba a los chicos. Laura y yo, estábamos muy felices como enamorados. Seguíamos viéndonos, pero a veces no podía ir a verla, debido a muchos motivos, por el trabajo o sus estudios. Una noche en una reunión con su grupo, estaba Alberto, y empezó a hablar con ella. La invito a conocer el seminario. Ella nunca era descortés, siempre conversaba con ellos, le agradaba, entonces acepto e invito a Liliana a acompañarla, pero no pudo. Acordaron el día. Para ella sería una agradable experiencia. Nos contábamos todo por teléfono. En ese lugar conoció más gente, sus labores. Era un sitio muy humilde. Alberto le enseño todo.

A veces me preguntaba por que Alberto tenía tanto interés por Laura. Ella era muy comprometida con su grupo. No me preocupaba para nada, al contrario me agradaba que fueran amigos. Al pasar los meses, se hicieron más amigos. Para cuando llego el examen de admisión, la acompañe todo el sábado anterior. Alberto le propuso brindar su sabiduría, para aquel día, pero ella no quiso incomodarlo. Así que estuve con ella. Le desee toda la suerte del mundo. En el examen, la pasaría muy dura, eso creí. La acompañe esa mañana. Ya por la noche, muy nerviosa, me pidió en que la acompañase a ver los resultados. Ella no quería verlos, pero fuimos. Postulaba a educación. Se quedo a un lado, y me mando a verlos. Cuando volví, me miraba nerviosa. Le plante un beso..
- Tengo que besarte, un montón, ya que ahora voy a tenerte menos tiempo...
- ¿Por qué Manuel? ¿por qué? ¡dime!
-Ingresaste mi amor..Y nos volvimos a besar apasionadamente. Volví con ella, a ver los resultados. No podía creerlo, ya que no era muy buena para eso. Pero su tenacidad y fuerza, lograron aquello, en su casa ya estaban celebrando, estaban sus padres, amigos, compañeros y también estaba Alberto, quien llego a verla, para ver los resultados, y estar a su lado.

Las llamadas de Alberto se volvieron más comunes con Laura. Ya empezaron a incomodarme. Ya cuando sera cura, a ver si deja de molestarnos, pensaba yo. Cuando ella ya estudiaba. Alberto seguía invitándola a salir con motivos de la parroquia, y ella a veces no deseaba ir, pero el no ser descortés, le impidía negarse. Cuando estábamos juntos, nos pedía perdón por incomodar. No incomodas, le respondíamos.

CRISIS DE FE

Laura, decidió solo dedicarse a sus libros, y a mi. Ya no iba a la parroquia, y si iba era por causas ajenas a alguna agrupación parroquial. Alberto, llego a verla. Pidió negarse, pero su madre, no podía hacer eso con un futuro cura- decía- y lo hacía pasar. Él le pregunto el por qué de su ausencia de la parroquia y ella le respondía que era falta de tiempo. Tenía libros regados en casa. Él volvía a ofrecerle su ayuda. Ella se negaba una vez más, Pocas veces le preguntaba por mi., Y cuando lo hacía le decía: Que afortunado es Manuel. A ella le parecía un poco extraño, pero solo sonreía. Como me quito a este de encima, muchas veces preguntaba entre si Laura. Así siempre. Una tarde, estaba sola en casa, estudiando. Alberto la llamo para decirle que pronto se ordenaría, y era lo que más soñaba. Y le pidió ir a verla, ella acepto.
-Hola Laura, pensé en contarte tantas cosas.
-Claro que si, Alberto, sabes que siempre seremos amigos y contaras con nosotros.
-Eso espero, por que me siento tan bien sirviendo al Señor.
Laura, no sabía que decirle, no tenía un tema para hablar o tratar ya con él. Entonces le dijo:
-Sabes que me hace ilusión.
-¿Qué? -pregunto él.
-Que seas tu el que nos case a Manuel y a mi....
En ese instante Alberto cogió del rostro a Laura, y la beso a la fuerza, ella le dio un empujón.
.Ya no puedo negar que te amo Laura, ya no puedo!
-Pero que dices, Alberto, estas loco, esta loco!! vete de mi casa, o grito y vienen los vecinos.

Alberto se arrodillo y le cogió de las piernas, y le pidió que no gritase, que lo comprendiera, que la ama. Ella se zafo de él, y le volvió a pedirle que se vaya. Pero estaba tan aferrado a ella. Al ver que venía alguien a casa, se soltó y decidió irse. Laura, se guardo aquello, y no lo contó. Pero al pasar el tiempo, Alberto le mandaba mensajes de amor y flores a casa. Ella rechazaba todo lo que llegaba. Cuando iba a verla, estaba un poco cambiada, el brillo de sus ojos, se apagaba a veces. No me decía nada. Una tarde por el centro de Lima, decidí en ir a verla, después que acabase de estudiar. Al llegar a la facultad, me encontré con Alberto, quien me saludo, como siempre, me dijo que era una coincidencia. Le conté que iba a darle una sorpresa a Laura, y se fue. Me pidio que la saludase. Al salir, de clases, la vi y por detrás le quise sorprender y ella se asusto de una manera, que me hizo sentir mal. Le pedí disculpas, ella me entendió-
-Mi amor ¿que te pasa? le pregunte-
- Nada ¿por que?
-Ya no te brillan los ojos como antes.
-Es por el cansancio.
-No sera por que estas envejeciendo(risas)
-Calla tonto!
Nos fuimos a casa, mientras me contaba muchas cosas. Pero no me decía nada de Alberto. Me olvide decirle que por ahí cerca vi a Alberto.

En el cumpleaños de Matias, llego toda la gente conocida, todos los faites. Aunque él ya había dejado un poco aquello, siempre tenía tiempo . Insistió en que me quedase. Desde que estoy con Laura soy otro, Pero esa noche, me olvide de ella, y nos emborrachamos como en los viejos tiempos. Cuando Matias tomaba demasiado, se emocionaba. Llorando me dijo que yo era para él como un hermano. Recordaba las pendejadas del colegio.
-Recuerdas Manuel cuando le mande a la conchasumare a la profe de historia.
-Claro pe pendejo, si nos boto a los cuatro de atrás, por reirnos.
-Esa conchasumare, me puso diez, solo por que no hice unos mapas, me llego al pincho,
-Menos mal que tu vieja fue a hablar con ella, para que no te expulsen.
-Me daba igual, esa ¿donde estará? era más fea que "una patada en las bolas"
-Estará dando clases en otro colegio, la muy puta.
Seguimos tomando, él pedía que le pongan salsa y technocumbia de "agua bella" No pongan chicha, que mi pata se paltea, no ven que es pituco-dirigiéndose a mi.

Sin saber lo mal que lo pasaba, Laura no me contaba nada, de aquello, Alberto iba casi a diario a la facultad a seguir intimidandola. Ella amenazo en denunciarlo no solo con la policía, sino también en la parroquia y su orden del seminario. Él había perdido la cabeza por ella, pero aún así no renunciaba al seminario. Seguía en aquello como si nada pasará. Un día llego a su casa, y Roberto lo hizo pasar, quiso hablar con Laura, sobre aquello. Al ver esto Roberto se fue, aunque ella le pidió que no se vaya, él le dijo que volvía rápido. Laura le pidió que se vaya, y Alberto le pidió que la escuchase, y ella le dijo: pero rápido. Y que se fuera. Le fingió un arrepentimiento, le pidio disculpas, pero al tenerla tan cerca, no aguanto, y la volvio a besar a la fuerza, y le cogió de la pierna, sobandola sin escrúpulo alguno. Al lograr zafarse de aquello, Laura salió a la calle, y dejo adentro a Alberto. Ella espero afuera a unos metros. Él se fue contrariado. Pasados unos días. Llegue a buscar a mi amada Laura. Estuve con ella, toda la tarde. Estaba muy rara y despistada. Le pregunte y no quiso decirme nada. Comprendí que eran sus cosas, y no debí seguir insistiendo. Yo con un poco de temor y gracia, le conté la fiesta de cumpleaños de Matias, Ya que ella, me pedía que no tomase alcohol, no le agradaba. Le dije que Matias quería que fueras. Entonces en ese instante sonó el teléfono. Al levantarlo
-Álo diga..
-..........
-Álo...
-Hola, soy Alberto,
-Hola Alberto, soy Manuel..(al oír esto Laura hizo gesto que no se lo pasara de ningún motivo)
-Ah! hola Manuel, ¿esta Laura?
-¿Laura?- Mirando a Laura- si esta, si esta, dice que deseas..
-Me la puedes pasar.
-Este, si (Al ver los gestos de ella, decidí jugarle una broma y fingí la voz
-Hola Alberto dime....
-Laura, ¿como has estado?
-Bien como siempre.
-Recuerda que te amo, y no puedo dejar de pensar en ti.
-................
-¡Laura! Lauraaaaaa...
-¡Que dices hijo de puta, es una broma esto ¿o que?
-.................
Mire a Laura con un ira y algo de desprecio. Pensé en lo peor. Pero ella se acerco y me contó todo. Yo en silencio. El amor que le tengo y me tiene es tan inmenso que creí en cada palabra suya. Me pidió que no hiciera locura alguna. Que iba a denunciarlo. Pero no quería contárselo a mi, ni a Roberto. Empecé a recogerla después de estudiar. Estuve más cerca a ella, desde ese día.

Pero el furor no se me pasaba por aquello. Quería tenerlo enfrente y reventarlo. Pero lo dejaba ahí. Alberto no apareció más por un tiempo. Hasta que llego a casa de sus padres, la invitación para su ordenación como sacerdote. Pensaron en ir, pero Laura no. En casa, estando jugando cartas con mis hermanos, me llama Laura a decirme que vaya a recogerla más temprano. Por que no tenía clases, por esas horas. Me cambie rápido y fui. Llegando había un escolar, que tenía un ramo de flores, que iba a entregar a Laura. Me sorprendió aquello, y le preguntamos quien le pago por hacer eso. No dijo nada, pero sospechamos que se trataba de quien era. Y nos fuimos a casa. Había un ramo igual que llego casa. Su madre le dijo que había llegado para ella. Se trataba de Alberto, supuestamente de arrepentimiento. Pero en un mensaje pequeño dentro de unas flores, decía lo mucho que la amaba. No aguante más y decidí darle un escarmiento. Pero ella me lo impidio, decidió denunciarlo. Al llegar a casa de mis padres, quería contárselo a mis hermanos, pero ellos me vacilarian, con sus cosas. Los conocía muy bien. Y fuí en busca de Matías. Ahí mientras comíamos algo que su madre trajo del trabajo. No aguante y le conté todo. Tenía un furor por dentro, yo se que él me comprendería. Y él en ese instante se paro y me dijo:
-Vamos a sacarle la conchasumare a ese hijo de puta.
-No, nada ya me la pagara.
-Vamos huevon, no seas gil, que esos hijos de puta son así, no paran. vamos...¿conoces donde vive?
-No huevon, ademas le dije a Laura, que no iba a hacer nada.
-Pero no dices que ya le reclamaste y sigue, vamos huevon..
-No se huevon.
-Vamos carajo,
-¡No!
-Vamos y solo lo asustamos y ya.
-Seguro
-Si huevon, le damos un susto, y si sigue jodiendo, lo cagamos a ese hijo de puta..
Me llene de valor, como conocía aquel lugar fui a buscarlo. Nos fuimos en bus, una hora y medía de camino, y en todo ese tramo, Matias me llenaba la cabeza de cojudeces, iba arrepintiéndome en la ruta, pero ya estaba. Si se meten contigo, se meten conmigo. Al llegar a ese sitio a las afueras de Lima, baje con miedo. Lo reconocí, pero la vehemencia de Matias me hacía dudar. Toco la puerta, y él pregunto por Alberto, les dijo que eramos unos amigos. Nos hicieron entrar, eran muy pocos. Era un sitio muy humilde.Tenían unas habitaciones pequeñas, nos saludaban...Al llegar al sitio donde estaba, lo vi con un compañero suyo conversando. Al verlo, me entro un furor.
-A ver tu, hijo de puta!!
-¿Qué le pasa joven? - me pregunto su acompañante.
Alberto al darse cuenta de nosotros se arrincono.
-Déjame explicarte Manuel.
-Calla concha de tu madre, que te voy a reventar ahora mismo
Su compañero grito pidiendo ayuda, y Matias, le grito
-Calla hijo de puta, que a ti también te cae- Y le dio un empujón, y cerro la puerta de aquella habitación. Alberto al ver que me le iba encima, agarro un calendabro grande de hierro y me lo quiso arrojar. Matias tumbo en el suelo al otro seminarista. Saco de uno de sus calcetines, una de sus navajas y me la dio...
-Toma Manuel, ¡rajalo!..
Me dio un poco de miedo cogerla, pero lo hice, y amenaze con rajarlo, a cada momento que él decía que amaba a Laura. En ese instante me arrojo el calendrabo y me golpeo la pierna
y Matias, grito:
-Rajalo carajo!!
Me le fui encima, cuando llegaron casi todos, empujaron la puerta y todos se le fueron a encima a Matias, y lo contuvieron. De una patada tumbe a Alberto. En el suelo y con la navaja en mano, quise hacerle daño, pero algo me detuvo, El ímpetu, el furor, el ego. Tire la navaja, y cogí del cuello a Alberto, y no pude hacer nada. Él estaba muerto de miedo. Los demás se fueron encima mio, y me reducieron. Esperaron que llegase la policía. Y nos detuvieron. Ellos nos denunciaron por intento de asesinato.

Ya entre rejas. Matias llamo a Laura, a contarle todo. Yo no podía. No llame a mis padres. Ella no podía creer lo que pasaba. Vino a verme rapidamente con sus padres. En ese momento el rostro de Laura me hizo pensar en que todo se había acabado. Llorosa, me miro a los ojos, y furiosa me pregunto ¿por qué? Matias a un costado, se echaba la culpa. Pero ella no lo miraba. Estaba muy furiosa, Contó todo lo que paso a sus padres, sobre Alberto. Roberto también se enfureció al saber aquello, y quería ajustar cuentas con él. Laura le explico todo a la policía. Ellos dijeron que los seminaristas habían declarado que entraron a matarlos. Vaya mentira. Pero llamaron a todos, y cada uno de ellos, contaba otra versión a las de los otros. Al final del aquella situación, me dejaron libre. Pero dejaron adentro a Matias, por el uso de la navaja. No quise dejarlo solo, pero me sacaron de ahí. Ahí mismo Laura denuncio a Alberto.

A la mañana siguiente fui a buscar a Matías, mis padres pagaron una pequeña fianza que le fue impuesta. No le dijimos nada a su madre. Ademas ella casí ya ni se preocupaba por él, por sus muchas andanzas. De ahí fui a buscar a Laura, ella seguía furiosa. Por más que le hablaba y le explicaba aquello, no respondía. Así estuvo un buen rato, a su lado, la abrazaba, seguía diciéndole cosas. Y ella seguía con su mirada triste. Y quiso sonreír, pero dijo
- Que loco eres..que loco.
-No pensé en lo que hice, mi amor, perdóname!
-Esta bien te comprendo. Ella me cogió del rostro y nos besamos muy apasionadamente. Después de eso, se fue a estudiar.

Desde ese día solo volvimos a ver a Alberto en el juicio que le interpusieron por la denuncia que le puso Laura. Otorgaron una orden de alejamiento y no debía acercarse a Laura y ni hacerle llamada alguna. En ese lugar, pidió perdón a Laura, y a sus compañeros. Adujo una Crisis de fe. Fue expulsado de su congregación. Ese mismo día, Matías fue absuelto del caso y quedo limpio. Vaya susto se llevo, Eso le sirvió de experiencia para cambiar de vida. Roberto me agradeció, por todo lo bien que trataba a Laura. Nos retiramos a seguir con nuestras cosas. Me fui a casa de mis padres con Laura.

En el sofá de casa me tumbo a ver la tele, después de estudiar tanto. No sirvo para eso, pero ella me anima, y no podía negarle nada a sus ojos tan hermosos. ¡Como amo a Laura!



Supe de tu amor al verte ahí,
supe de tu amor al ver tus ojos,
Detrás de tanta claridad,
mi vida esta en tu cariño....
(Juan carlos Perez S)

No hay comentarios:

Publicar un comentario