Ya va a amanecer, y Alvaro sigue despierto, se le fue el sueño desde las tres de la mañana y ya no puede conciliar por más que intenta. Siempre le paso desde pequeño. Solo puede quedarse despierto y recordar esas historias que ha vivido desde siempre...
ALVARO Y ESE RECUERDO
Mes de agosto, ya se habían acabado las vacaciones de fiestas patrias. Eran las cuatro de la mañana y a Alvaro se le fue el sueño. Y siempre a las siete su madre lo levantaba para que vaya al colegio, que por cierto estaba tan cerca de su casa. Se paro y empezó a dar vueltas, por el dormitorio sin hacer mucho ruido, y no levantar a sus hermanos. Entre cada paso que daba, iba pensando y repasando lo que estudio.
Llego la mañana, y Alvaro muy desvelado se fue al colegio. Al entrar se encontró como siempre, con sus "causas" como él les llama a sus compañeros. .
-Pucha! que brava la profe para dejarnos tarea para vacaciones- les dijo Ernesto a todos.
-Si, y encima, nos dejo como mínimo 20 hojas de oraciones en ingles, ches!- dijo Alvaro..
¡Buenos días chicos! ¡Buenos días señorita!
Todos veían asombrados a su maestra, pues traía por primera vez, anteojos.
María Isabel, es muy linda y tierna, pero a veces tiene su genio. Era la maestra de los chicos. Empezó a pasar lista antes de clases, como siempre lo hace. Llamo a Mariana Arriaga, al ser la primera de la lista. A Alvaro lo molestaban con Mariana, ya que él insínuo una vez que le gustaba. Y eso fue el punto que ellos necesitaban para fastidiarlo. A él ya no le importaba. Pero ella se ponía roja de vergüenza.
-Ya chicos, paren un poco- les pidio María Isabel.
-Ya chicos, paren un poco- les pidio María Isabel.
La maestra llamaba a cada uno de los chicos, a su pupitre. Eso era motivo, por que los chicos hacían de las suyas, mientras no había clases. María Isabel, les preguntaba como les fue en esa dos semanas de vacaciones, y si se diviertieron. Uno por uno, fueron pasando por el pupitre de María Isabel. Algunos sonreían por que les fue bien, otros no. Llego el turno a Alvaro. El chico que nunca se ponía serio. Siempre se reía, por cualquier cosa. Y eso lo notaba siempre María Isabel. Ella nunca lo decía, pero le caía bien. Alvaro, no es muy aplicado, pero es muy noble y eso le agradaba. Cierta vez cuando toco elegir a los polícias escolares y el brigadier del salón, quiso que Alvaro ocupe un cargo, pero él se reía de todo. No podía ocupar ese puesto, si se ríe de todo.
-¿Cómo te ha ido en estos días?-pregunto María Isabel.
-¡Bien señorita!
-¡Ah! me parece bien, pero que has hecho, cuéntame.
-¡Ah!
Entonces en ese momento, la charla de María Isabel y Alvaro se ve interrumpida, por el director del colegio que apareció con un muchacho, que parecía conocido para los chicos. Pidió permiso a la profesora, para dirigirse a los alumnos. El director, les dijo que Pedro, el muchacho que vino con él, era el dueño del circo que hace poco estuvo al lado del colegio dando funciones. Los chicos, lo reconocieron al instante, ya que también hacía un acto...
-Bueno chicos, les parecerá un poco gracioso, pero el motivo de nuestra visita es por qué, Pedro al irse con su circo, dejaron olvidado por casualidad a su perrito, y no lo encuentra, y le dijeron que lo vieron días después fuera del colegio. El perrito esta un poco enfermo, y la hermanita de Pedro lo extraña, por eso quiero que si alguno de ustedes saben sobre su paradero nos avisen, para que su hermanita -señalando a Pedro- este más tranquila, ok chicos.
-¡Si director!- exclamaron al unisonó.
Se marcharon de ahí. El rostro de Pedro, mostraba tristeza.
María Isabel, miro a Alvaro y a los chicos.
-Ustedes fueron al circo?
-Si señorita!
-¿Y vieron algún perro?
Todos no supieron responder. Algunos dudaban, unos trataban de recordar. Pero nadie era capaz de decir si. Pero Alvaro que estaba a su lado, le dijo..
-Si señorita, yo vi que Pedro tenía un perro ya grande de color negro. Lo tenía a un lado, llevaba soga al cuello, pero no parecía amarrado.
-Ah, pero el chico es el dueño del circo, como dijo.
-Creo que si, pero él también actuaba.
-¿También actúa y qué hace?
-Si, hacía de hombre goma, se movía y metía la cabeza por las piernas.
-¡Ah si!- exclamo María Isabel disimulando su sonrisa.
-Si, señorita- dijo Alvaro, mientras sonreía al verse reflejado en los anteojos de su maestra.
María Isabel, quiso parar esa charla ahí y seguir con lo suyo.
-Ademas Pedro, en los entretiempos que hacen en la función del circo, sale con los demas del circo, y venden los caramelos, canchita y jueguitos que hacen ellos- Siguió Alvaro.
-Pero no dices que es el dueño- dijo María Isabel.
-Si, señorita, pero también sale a vender.
-¿Y cuantas veces, has ido al circo?
-Dos veces nomas, es que mis padres, no me dieron más dinero para ir.
-Claro te gusta ir.
-Si y más por los payasos que me hacen reir.
-Tu cuando no.. riéndote; Ya bueno ¿como te fue en estos días?
-Bien, la pase con mis hermanos y amigos jugando al fútbol.
-Pero habrás hecho las tareas que te deje ¿no?
-Claro pues señorita.
-Ah muy bien... y ¿ahora por que te ries?
-Es que me gusta verla con anteojos.
-Es que no veo bien, ya lo sabes.
-Si se ve bien, pero me gusta ver así sus ojos.
-Ah ya.. no empieces Alvarito-Y dio por terminada su charla con Alvaro, y llamo al siguiente.
Alvaro se sentó al lado de su compañero de carpeta, Nelsón. Empezaron a charlar sobre el perro. Alvaro lo recordaba. Pero Nelsón que vivía por ahí cerca, no recordaba haber visto algún perro de color negro abandonado. Tal vez los siguió y se perdió en otro lugar, dijo el compañero de atrás. Pero si ellos tenían unas camionetas viejas, y si el perro estaba enfermo por que no lo llevaron en una de esas. Se preguntaban ellos. María veía como cuchicheaban, y les pedía silencio. Pero ellos seguían en su charla. Al terminar María Isabel se dio cuenta que ya se acercaba la hora del recreo. Empezará su clase, ya luego de este. Al salir los chicos de ahí. María Isabel llamo a un lado a Alvaro y le pregunto.
-¿De verdad me quedan bien los anteojos?
-Si señorita, la hacen más bonita.
-Es que a mi me parece que me hacen vieja- decía y disimulaba la sonrisa ruborizada.
-De verdad, profe, a mi me parece linda.
-Es que a mi enamorado, no le gustan- respondió sin saber, como llego a esta conversación.
-Seguro es de envidia, él seguro también los usa y le quedan mal.
-No, él no usa, pero me dijo eso.
-Si.
-Bueno Alvarito, gracias por tu sinceridad, vete a jugar con tus compañeros.
María Isabel tiene 23 años, y Alvaro y sus compañeros son sus primeros alumnos, desde que logró una plaza en el magisterio. Ella es feliz, esta enamorada.
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En el patio del salón Alvaro y sus compañeros, quienes se disponen a jugar, se dan cuenta que en un rincón se encuentra Pedro, el dueño del circo. Es muy joven, para ser el dueño, pero es así. Sin pensarlo, se acercan, y hablan con él. Sigue triste. Empezaron a preguntarle muchas cosas. Pedro, empieza a responder, con una tristeza. Pero le conforta ver que los chicos se preocupan, más aún por su hermanita.
-Se llama "Carbón", y lo tengo desde chiquito- Pedro dijo a los chicos.
-Ojala y aparezca.
-Si, por que ya lo hemos buscado por todos lados, aquí arriba-señalando un lugar- en Santa Luzmila, lo hemos buscado, y también allá por Los Olivos. Pero me dijeron que lo vieron en la puerta del colegio.
-Si yo lo vi hace unos días- dijo Alvaro, tratando de animar a Pedro.
-¡De verdad!
-Si, lo ví.
-Espero que este cerca, quiero ver ya a "Carbón".
Se despidieron de Pedro, y volvieron al salón de clases. Ahí los esperaba María Isabel. El resto de la clase, solo se dedicaron a charlar sobre muchas cosas. Su maestra les contó lo que vivió en sus vacaciones. Les dijo que no se divirtió mucho, ya que estuvo preparando las clases para este semestre. Hizo una charla amena, junto a sus chicos. Cuando se acabo el día escolar, les pidió dejar todo arreglado para el turno entrante...
-Chau chicos, hasta mañana.
-¡Chau señorita, hasta mañana!
-¡Hasta mañana Alvaro!.
-¡Hasta mañana señorita!.
Alvaro y sus compañeros llegaron a sus casas, y con la misma se fueron otra vez a la calle. Explicaron a sus madres el motivo. Ellas entendieron, algunas no. Los chicos se fueron a ayudar a Pedro a buscar a "Carbón" Recorrieron las calles, de todo el pueblo, pero el perrito nunca apareció. Tras cinco horas de busqueda, acabaron por rendirse. Se fueron a casa tristes.
En casa, la tristeza de Alvaro es notada por su madre pero no sabe que decirle. Mientras esperaban a su papá, para cenar. Al llegar del trabajo, siempre se reúne con ellos y conversa como les fue el día. En la cena, su papá ve a Alvaro, y le pregunta el por qué esta así. Él le cuenta todo. Su padre le consuela diciendo que ya aparecerá. Al irse de la mesa, después de agradecer a Dios y a sus padres, por la cena, Alvaro se dirige al salón. En ese momento, su papá se dirige a su mamá.
-Pobre Alvaro, y pobre Pedro, creo que ese perrito, por lo que me contó como es, creo que lo atropello un auto, hace unos días, vi al perrito ya muerto, cuando me fui a trabajar.
-Pobre, si es mejor que no le hayas contado nada, se iba a poner más triste.
-Si era mejor.
Pero ellos no se dieron cuenta que Alvaro, sin querer los escucho. Aquella noche, Alvaro no pudo dormir. Se sentía tan triste. No fue al colegio al día siguiente.