miércoles, 20 de abril de 2011

Cartas del Navegante

Porto, 12 de enero de 2003

Querida Gisela:

Hoy me dirijo a ti, Gisela, sabes aún te recuerdo. Cuando niño te prometí que me casaría contigo, y no lo cumplí, ya que el destino nos fallo. Hoy estuve en Porto, estuvimos desembarcando toda la madrugada. Al acabar me dormí profundamente.Ya por la tarde salí a pasear, pero una tempestad me cogió en pleno puerto, me refugie en un rincón y solo me quedo mirar a los comerciantes, vagos y meretrices que andan por aquí, para ganarse el pan, bien o mal. Hace mucho frío, a pesar de las fuertes gotas gruesas de lluvia, anda mucha gente caminando. Tengo un chubasquero negro, muy viejo, que aún me dura. Luego de un rato, no espere que acabase la llovizna, seguí mi paseo. Al pasar por una avenida, donde las casas son muy viejas, me he parado a ver a unos niños mendigando. Sin que me pidan, les he dado algunas monedas. A un costado esta Lola, una hermosa mujer que se dedica al meretricio. Con una voz suave, me pide que la acompañe. No tengo miedo o reparo alguno en seguirla. Me ha encantando. Tiene unos ojos verdes muy bonitos, pequeña ella. Me ha preguntado de donde soy. Tienes la piel morena, hoy me acosté con cuatro marineros, pero tu eres el más guapo, dice con una sonrisa muy coqueta. Nos adentramos en un tétrico bar, donde los viejos marineros, solo dedican al alcohol, mientras que sus hijos y nietos corren jugando por allí. Sin cruzar ni dos pasos, en un cuartucho. Me empezó a hablar cosas hermosas, me encantaba ese acento portugues. Mientras nos preparábamos para hacer el amor. Me invito mucho vino, no importaba, yo no decía casi nada, y  solo la escuchaba. -Tengo veinte años, y no me gusta mi trabajo, pero me lo impusieron, me lo susurra al oído con mucha pasión. En aquel cuartucho viví una gran momento de lujuria. Salimos, y no me importaban las miradas de aquellos hombres y mujeres. Muchos de ellos muy alcoholizados. Ya afuera le di mucho más de que ella me pidió, y le prometí volver a buscarla, si algún día vuelvo a Porto. No me prometas nada, no te quiero hacer esclavo de esa promesa, además el mal tiempo te lo impedirá, eso si solo recuerda, este día, me dijo aquello y con beso apasionado, me fui caminando, pensando en ella. Al caminar me tropecé con una carrera de barriles de vino, con los cuales los niños jugaban. Llueve tan horrible que da un poco de miedo, volver a salir y embarcarme, pero ya esta decidido, por las noche salimos otra vez. 

Te acuerdas Gisela, de aquel día en que hicimos por primera vez el amor. Aunque no sentí emoción, creo que tu tampoco. No se que nos paso aquel día en que decidimos hacerlo. Mientras tu salias de aquella iglesia, y yo fui a recogerte, te estabas preparando para confirmarte. En un rincón de unos de esos cuartos de aquella iglesia de piedra, nos besamos tan apasionadamente, nos percatamos que no había nadie, y ahí mismo lo hicimos, teníamos quince años. Allí sabía más que nunca, que serías mi esposa y mi mujer. Pero el destino nos fallo.


Daniel

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Madrid, 13 de junio de 20005

Querida Gisela:

Hola Gisela, como has estado en este tiempo. Yo bien, aunque no he dejado de extrañarte. Decidí vivir un buen tiempo en Madrid, mientras olvido un poco nuestro destino frustrado. Trabajo en una pequeña compañía de bebidas. Soy un simple repartidor. El dueño del negocio es mi propio jefe, se llama Pedro y me he ganado su confianza. Son de la sierra de Madrid. Y aquí conocí a Macarena. Ella es hija de Pedro. Es una pelirroja encantadora y muy alocada. Su padre le pago el ingreso a la universidad. No es que sea muy tonta, si no que no es buena para los estudios. Pero él desea que se haga cargo del negocio. Un día Pedro se puso mal, y estuvo como dos semanas en cama. Así que Macarena, se hizo cargo de todo. Ella no tiene madre, falleció al poco de nacer. Es ahí donde empezamos a hacernos más amigos. Hoy hemos salido de compras. Su espontaneidad me fascina. En una tienda de discos muy grande, le pidió al dependiente que le recomendase un buen disco de música lenta, ya que a ella le encanta. En ese instante empezó a sonar una hermosa balada, me coge de la mano y empezamos a bailar, aunque me sentía un poco avergonzado, me deje llevar por su emoción, Ella baila muy bien, me llevaba al compás. Su hermoso pelo rojizo, me hipnotizo, no aguante más y la empecé a besar, y ella me correspondió. cogió aquel disco y nos fuimos directo a mi pequeño cuarto. Nos entregamos tanto amor, que el tiempo nos quedo corto. Ella detesta los estudios, así que piensa dejarlos, tiene apenas 19 años. A Pedro no le gusta la idea. Después de aquella tarde nos hemos seguido viendo, pero ya no había esa magia de la primera vez. Pedro no sabe nada, pero lo nota. 

Aquella canción que baile con Macarena, me hizo acordar aquella vez, que bailamos tan pegaditos en la fiesta de tu amiga, aquella pesada. No importo que te tomase fotos, para luego enseñárselas a tus padres. Fui feliz bailando contigo, recuerdas que canción fue, yo si me acuerdo claramente, te extraño Gisela, odio al destino que nos fallo. No, ya no he vuelto a ver a Macarena, creo que se echo un novio en la facultad. Pedro, sigue con su negocio, a pesar de abandone el trabajo, siempre me llama y se preocupa por mi.
Daniel

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Lugo 14 de agosto de 2007

Querida Gisela:

El destino me trajo a Galicia, vivo al lado del mar, una gran vista tiene el edificio en cual vivo, sus caminos empinados, y además el 8 piso, me fascina. Como desearía que estés aquí conmigo querida Gisela, espero que te vaya bien, allá donde estas. Como te tratan por allí, el lugar es como aquel donde vivimos, nuestro amor, tan pequeño, tan frágil, tan bonito. Hoy es viernes, recuerdas que te cantaba al oído, tan fuerte la canción, que tu detestabas, si aquella de "Hombres G" esa que decía: Hoy es viernes las niñas más bonitas................. y gritabas: ¡oye cállate! pero no aguantabas y te reías a más no poder y yo calmaba aquello con un beso muy largo y apasionado. Aquí he conocido a Felipe un muchacho muy bueno. Me ha presentado a toda su familia. Ellos son muy buenos. Todos los domingos almuerzo con ellos. Felipe es marinero como su padre, como su abuelo. Aunque sueña con ser abogado. Tiene una novia muy linda, Natalia. Felipe cada vez que regresa a tierra después de cada jornada o marea. Va en su busca, aunque ella esta ausente. Estudia en Santiago. Para él los días se hacen eternos sin ella. Al acercarse las fiestas de año nuevo. La familia de Felipe, me ha invitado a pasarlas con ellos. Para la navidad, les he fallado. Me hice negar, les invente una mentira. Decidí pasarla solo. Recuerdas nuestras navidades, aquellas en que ibas a mi casa, y yo a la tuya. En ambas casas comíamos de todo. Mis padres te adoraban, los tuyos a mi, creo que no. Para la fiesta de noche vieja, me compre un traje muy elegante, he salido a caminar, para presumir un poco. Algunas chicas me miran, y no me sorprende. Ya me miraban de siempre, y tu te ponías celosa, tenías la cara roja cuando las mirabas. En casa de Felipe, reina la armonía, su casi decena de sobrinos no paran de correr por el enorme salón de la casa. Al llegar Natalia, un pequeño golpe hizo saltar mi corazón. Que bella estaba la novia de Felipe. La he mirado como cuando te miraba. No supe lo que me paso. Natalia llego con Patricia, su hermana menor. Allí me la presentaron, pero mis ojos no iban más allá de mirar a Natalia, yo se que es malo, lo que pensaba. Hay mucha gente en esta fiesta, la gente se divierte mucho. Los niños no paran de jugar, he charlado mucho con las hermanas, primas y amigas de Felipe. Quien solo baila con Natalia. Han pasado muchas horas, y no me quiero ir. No por que me estuviera diviertiendo. No quiero irme, deseo seguir mirando a Natalia. La brisa del mar suena, el frío de allá afuera, me invita a salir, y pensar en otra cosa. Eran casi las seis de la mañana, ya muchos de ellos, se fueron a dormir. Me he sentado al lado de unas rocas, mientras veo el mar, aquel donde me embarco, aquel donde te recuerdo, querida Gisela, pero esas horas, eran solo para Natalia. Unas sombras me alertan que alguien viene, no deseaba que nadie interrumpiera mi descanso allí en ese lugar. Se ha sentado a mi lado, ella. Natalia, -yo tampoco he podido dejar de mirarte, y no se que me pasa, quiero tanto a Felipe, que temo en lastimar mis sentimientos, dijo aquello sin siquiera mirarme. Mientras contemplamos el mar. Tienes unos lindos ojos, los más bonitos que yo haya visto, en ellos puedo ver el mar- le dije eso, sin pensarlo, sin querer romper encanto. Felipe ya estaba acostado. Había bebido demasiado. Casi treinta minutos, los dos allí contemplando el mar, sin decir nada. ¿Como llegaste?, ¿te gusta este pueblo?, solo pregunto. Me atreví y la mire a los ojos. Soy un navegante que perdí mi barco, perdí mi brujula, y estoy aquí por que el destino me trajo. Bese sus bellos labios. Nos besamos. Y le prometí irme de allí. No por ella, ni por Felipe, sino que era el destino. Nos fuimos caminando por la playa, ya había amanecido. Ella volvió a Santiago, y yo decidí coger maletas y cambiar de rumbo, pero no dejo de tener contacto con Felipe, no le pregunte nunca más por Natalia, aunque él me hable de ella. Siempre quise caminar contigo por la playa de madrugada, nunca se dio la ocasión, aunque lo hicimos de noche, allí soñé que te amaba.
¡Te extraño Gisela, te extraño tanto!
Daniel
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Milano, 12 de enero de 2009


Querida Gisela:

Hace frío y no tengo ganas de salir de mi pequeña habitación. He prendido la calefacción, aunque nunca lo hago. Los días en Milano, se hacen tristes. No tengo ganas ni de trabajar, pero debo de hacerlo, para ganar el dinero, para mantenerme. Recuerdas, que hacíamos planes, que cuantos hijos íbamos a tener, yo te decía cinco, y tu: ¡No diez! Te preguntaba:¿por que diez? No se, solo te decía por molestarte. Nos abrazábamos y mirábamos la tele, cosa que te tenían prohibido, y que debías de estudiar, pero llegaba yo y se te iban las ganas. Pero luego te ponías las pilas y nos ayudábamos mutuamente. Miro la tele, sin ganas. No contesto el teléfono, por que se que, aunque deseo con todo el alma, no eres tú, la que llama. Sabes estoy perdiendo pelo, pero el peso, eso no lo pierdo. Mi trabajo en aquel supermercado me agobia un poco. Tengo un supervisor que me incomoda, a pesar de ser buena gente, no deja en paz, muchas veces esta detrás. Me dice que esta enamorado de mí, pero yo no le hago caso. Una noche que salimos a tomar algo, me lo dijo. Y luego me pidió de corazón no contarle a nadie. Solo te lo cuento a ti, quien eres lo que más quiero. Después de un día, me invito a su casa, junto a unos compañeros. Su casa es grande, herencia de su abuelo. La pase bien. Ya no se volvió a insinuar, ni nada, tal vez se haya arrepentido de confesarme aquello. Salimos a pasear, y en una calle nos para una gitana, a los que ellos llaman: zingaras. Me cogió de la mano, y me la leo. Me dijo que alguien me quería mucho, y que ese alguien tenía muchos planes para mi. Él a mi costado se reía, y la gitana, le pidió no reirse, ya que era algo muy serio. Le dí algunas monedas, y se fue diciéndome que ese alguien me daría muchos hijos. Nos hemos ido de allí, y quedamos en salir por la noche, él iba a llamar a unas amigas. Me pareció buena idea. Ambra y Andrea, eran sus primas, con quienes salia salir de baile y juerga. Realmente acepte, solo para olvidar estos días. Ellas lo han emborrachado, no se si a propósito, pero conmigo no lo lograron, por cierto son muy guapas. Ya al llegar a su casa, ellas se han dormido, sin necesidad de seguir tomando alcohol. Allí él me abraza y me pide que lo bese. Me negué. Luego me pide dormir juntos. A su insistencia le pedí que no siguiese, si no me iba. Más borracho aún, me pide que al menos: "roce mi cuerpo, con el suyo", ya que es lo que más anhela. Sin decir nada, me fui de allí. Cogí un taxi, y volví a casa. 

Recuerdas aquella anécdota en el bus, cuando te fui a recoger al salir de estudiar. Aquel hombre que empezó a tocarme, me dio vergüenza, mucha vergüenza. No te decía nada, me hice a un lado, el hombre seguía con lo suyo, ahí fue donde te diste cuenta tú, y le armaste una bronca, jamas te había visto así. El hombre no sentía pudor alguno. Te pedí calma. Solo al bajar, me preguntaste por que no te dije nada, y no le reclame. Sentía vergüenza que la gente me mirase, por eso calle. Ya tu más calmada, dando pasos, me llamabas: "mi tímido" Nos fuimos caminado, dándonos pataditas, hasta aquella heladería y tu con mucha ironía me decías: ¡ay menos mal, pensé que también se te chorreaba el helado! Nos reímos a más no poder, me comí no se cuantos helados, creo que por eso tengo estos kilos demás, que no puedo bajar. Te extraño Gisela, aquí hace mucho frío y necesito tu calor, tus palabras, tus regaños, necesito susurrarte al oído canciones que no te gustan. ¡Te extraño Gisela!

Daniel

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Hoy es miércoles, y no se que escribirte. A veces deseo no más escribir. Pienso que es en vano, que no las lees. Que allá en ese lugar no hay correo. Que las cartas que te envió, no tienen respuesta. Pero se que tu estas bien. A veces maldigo aquel destino, que trunco nuestro amor. Maldigo ese día en que te fuiste. También en ese día en que cogí mis cosas, y deje a mis padres, y marche del Perú. Te extraño Gisela.A pesar que tengo siempre encima de mí, mejor sera no escribir, mirar al cielo y hablarte. ¡Te extraño Gisela!